"Las corridas representan la cultura corrupta de una vieja Colombia"

"Las corridas representan la cultura corrupta de una vieja Colombia"

Un ciudadano se despacha contra una práctica que él considera una herencia aberrante de los peor de España

Por: Juan Camilo Lee Penagos
enero 27, 2017
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Pienso sin dudarlo que si la lucha anti taurina deja que el debate se reduzca a la cuestión de la defensa animal sus argumentos se quedarán cortos y así sus reclamos perderán validez -así la Corte termine prohibiendo las corridas. Los anti taurinos, al ser increpados por la incoherencia que radica en que no sean también vegetarianos, aluden a argumentos de sospechosa validez: “por algo hay que comenzar”, “lo uno no invalida lo otro”, “la incoherencia es humana”, y así. Si siguen por estas sendas, su legitimidad discursiva irá perdiendo peso, no tanto por la estrechez de miras de su argumentación -que también deja entrever que más allá de las manifestaciones cada 8 días y de los grupos animalistas más coherentes, no hay una organización a largo plazo que aproveche la coyuntura para lograr otros objetivos- sino por la inconciencia de lo que en realidad está en juego: el papel de la cultura en las nuevas luchas políticas del país.

Para mi, la cuestión anti taurina necesita inscribirse explícitamente en una contienda política, que la deslinde del debate puramente animalista -en donde perderán el debate. De hecho, es evidente que ya está politizada: Petro acompañando a los manifestantes y Peñalosa -estúpidamente con camiseta anti taurina- enviando el ESMAD a reprimir. Pero ni siquiera Petro y su Sancho -Morris- han sido capaces de dar el paso y politizar sin ambages la cuestión. ¿Por qué? Porque en Colombia una de las formas que los medios de comunicación utilizan para desacreditar cualquier manifestación es decir que detrás de ella se esconden intereses políticos, en un discurso que entre líneas dice: “la gente por si misma es incapaz de asumir posiciones políticas, es tan tonta que no puede encontrar en los movimientos políticos una forma de representación de sus propios intereses. Entonces, si hay un tinte político en alguna manifestación, es porque los políticos, como zorros -ellos si inteligentes- han sabido engañarlos y utilizarlos”. Y puede que en cierto sentido tengan razón, en cuanto es difícil que la gente se identifique realmente con algún movimiento político, y en cuanto la política colombiana parece funcionar para sí misma, y no para todos los colombianos.

Sin embargo, creo que con Petro y una buena parte de la juventud bogotana esto ha dejado de ser así: los jóvenes sí ven en Petro un político que es capaz de representar sus intereses, sus búsquedas e inquietudes. Y este es el quid del asunto taurino: las corridas representan hoy por hoy un conjunto de características culturales con las que tales juventudes no se sienten identificadas: elitismo, hispanismo, políticos corruptos de derecha, y gente ya “cucha”. Y si bien allí encontramos referentes de la intelectualidad de izquierda, como Molano o Caballero, también ellos ya poco a poco se convierten, para tales jóvenes, en figuras de alguna manera obsoletas, pero respetables.  Y es en esta contienda en al que la lucha anti taurina cobraría toda su validez.

La cultura de la nueva juventud bogotana es democrática, incluyente, diversa, popular, capaz de integrarse a una contienda política, y las corridas de toros representan todo lo contrario. Creo que si los anti taurinos no dejan el miedo de hacer explícitos estos puntos -que todo el mundo conoce- perderán una oportunidad grande de empezar a hacerse escuchar de manera más seria, y con una amplitud de mirada más interesante.

Tal vez es una oportunidad para volver a invocar la capacidad de movilización política que tiene la cultura. Las corridas representan la cultura corrupta de una vieja Colombia que, si nos ponemos las pilas, pronto empezará a servirse a si misma, y no a los mismo de siempre.

PD1: No escupan ni empujen a los viejos taurinos, no sean gamines, ola!

PD2: Que desarmen el ESMAD, ola!

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