La planificación de la guerra y el perdón

La planificación de la guerra y el perdón

"El mal que no se comprende, se perpetúa."

Por: guicas guicas
julio 29, 2014
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La planificación de la guerra y el perdón
Imagen Nota Ciudadana

Hace 100 años se desató la gran guerra imperialista, conocida también como la Primera guerra mundial. Cuando las tropas alemanas invadieron a los Países Bajos, los francotiradores belgas causaron numerosas bajas a los invasores y estos en retaliación impartieron la orden de matar a 10 civiles, por cada soldado alemán que cayera muerto.

Fue una desgraciada y premonitoria decisión que marcó un cambio de época en las guerras, pues hasta entonces, en promedio por cada 10 militares muertos en conflicto bélico, apenas moría un civil. Hoy, iniciando el siglo XXI, la proporción se invirtió trágicamente, de tal forma que por cada soldado que muere en guerra, la cantidad de civiles que pierden la vida se multiplica en forma exorbitante.

La conclusión es muy terrible y por ello hay que enunciarla con nitidez: es la élite dominante la planificadora estratégica de la guerra, quien determina las acciones bélicas, por lo que es la principal responsable de sus consecuencias fundamentales y colaterales, deseadas e imprevistas.

En este principio de asumir responsabilidad por las acciones propias, se construye la ética que guía a una sociedad humana. ¿No le enseñamos al niño, que no haga a otro, lo que no desee que le hagan a él? Pese a estar tan claro como el agua, a este principio de la responsabilidad le han caído encima hasta casi aplastarlo, innumerables argucias destinadas a evaporarlo.

Cuando el diseño de las Comisiones de la verdad apunta a confundir y no a esclarecer, éstas terminan convirtiéndose en la vía rápida para eludir las responsabilidades, que debe asumir cada parte de un conflicto.Ahora bien, las modalidades para confundir son tan antiguas, como hacer la guerra, que es el oficio más antiguo de la humanidad (no, el que se dice). Entre las más conocidas, está la estratagema de culpar de la pobreza a los pobres, tachar de violentos a quienes sufren la violencia y presentar a las víctimas como victimarios.

Hace un año el Centro de Memoria Histórica presentó su informe sobre el conflicto colombiano, entre 1958 y 2012, que es un buen aporte para acercarnos a la verdad de la tragedia nacional sufrida en esos 44 años; pero la visión con que fue hecho termina convirtiéndolo en un mar de confusiones, que no guía hacia la comprensión cabal de los resortes internos del conflicto. No debe olvidarse que mal que no se comprende, se perpetúa.

En este informe el enredo se arma alrededor de caracterizar varios “actores del conflicto”, con lo que diluyen el concepto universal de partes; que para el caso colombiano, una parte son las clases dominantes y el imperialismo, mientras la otra somos el pueblo y sus organizaciones. Por esta misma ruta aparece una división entre victimarios y víctimas, buenos y malos, como fantasmas que van saltando en cada momento de una orilla a la otra.

La semana pasada, el presidente Santos inauguró con discurso otra comisión de la verdad, habrá que ver cuál va a ser su aporte a la comprensión de las verdades, que se hallan entrelazadas en el entramado del conflicto interno.Soy moderadamente optimista de sus resultados, porque no esclarecerá muchas verdades, si aplica la visión de Jaramillo, el Comisionado de paz del gobierno, quien afirma que con sólo reconocer a las víctimas es suficiente.

Dudo que se vaya a proceder con el más llano sentido común, que aconseja primero reconocerse como victimario, para enseguida poder reconocer a la víctima. Sin este doble reconocimiento, no habrá piso para los derechos ni para la dignificación de las víctimas.

Lo que es peor, si es que buscamos la reconciliación fundada en el perdón sin olvido… si no sintetizamos verdades comunes, entonces ¿qué vamos a recordar? ¿Qué estuvo mal hecho? ¿De qué nos arrepentimos? ¿Qué no vamos a repetir? ¿Qué debo reparar? ¿Qué voy a perdonar a la otra parte? ¿Qué me van a perdonar a mí?.

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