La opinión pública: Un eslabón perdido

La opinión pública: Un eslabón perdido

"Durante muchos años ha habido una discusión sobre qué grado de opinión deben tener los ciudadanos en las decisiones públicas"

Por: Miguel Ángel Tobón Sánchez
diciembre 02, 2016
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La opinión pública: Un eslabón perdido

Durante muchos años ha habido una discusión sobre qué grado de opinión deben tener los ciudadanos en las decisiones públicas.

De nuevo liberales y conservadores se toman el protagonismo de la historia, dando puntos de vista contrarios frente a lo que sería la voz y el voto del pueblo frente a los gobernantes.

Pero eso no siempre fue así, realmente la idea de traer la opinión del pueblo a colación, empezó entre los años 70 y 90, cuando los partidos de izquierda tomaron la decisión de cambiar sus ideologías y así darle una mayor importancia a este ámbito de democracia.

A finales del siglo XX los partidos con ese tipo de ideas, comenzaron a ganar elecciones, lo que quería decir que “los ciudadanos de a pie” comenzaron a ganar más porcentaje en la decisiones políticas.

Pero lo que los izquierdistas estaban ganando no eran las enormes elecciones presidenciales, aunque eso no fue impedimento para salir vencedores en las votaciones un poco más pequeñas, como lo eran las municipales, donde obtuvieron el poder y el apoyo a sus ideas que parecían centrarse en el pueblo.

En sus primeros pasos, los políticos de la izquierda se acercaban al pueblo con discursos que contenían mensajes como: Queremos acabar con la corrupción, volver más transparente los procesos de la gobernación, darle voz y voto a las personas, y esto los ayudo a que tuvieran el apoyo de la gente, pero al pasar el tiempo, estos partidos se dividieron en dos instituciones, la participativa y la representativa, el problema es que no quedaba totalmente claro si una iba a estar por encima de la otra o las dos tendrían el mismo poder.

Por otro lado, los partidos conservadores quienes tenían mayor fuerza en aquellos tiempos se oponían rotundamente a darle el poder al pueblo, apoyándose en la idea de que eso sería una amenaza para el buen andar de las instituciones políticas, ya que decían que las personas faltas de conocimiento gubernamental se dejarían influenciar por el partido que tuviera más fuerza en ese momento, por eso las opiniones no serían netamente de ellos, si no que sería otra manera de impulsar más fácilmente intereses privados.

Hoy en día la opinión pública es algo más real, posible y fuerte, ya que se puede escoger quien manda, de escoger reformas, de quitarlas, de discutir cuando algo no les parece correcto, esto mediante mecanismos de participación ciudadana como: El plebiscito, el referendo, el referendo derogatorio, el referendo aprobatorio, la consulta popular, el cabildo abierto, la iniciativa popular, la revocatoria de mandato, entre otras muchas formas de tomar decisiones siendo un ciudadano común.

Pero lo malo de la situación es que habiendo 12.808.858 colombianos  y teniendo todos estos mecanismos muchos no se basan en argumentos propios para votar, muchas veces solo se dejan llevar de lo que ven en la televisión o lo que le cuentan sus amigos, sin siquiera tomarse el trabajo de informarse sobre el asunto, de desarrollar un criterio propio, de generar una buena opinión y en eso se nos va el país, una cantidad de personas votando solamente para tener medio día de descanso y una rebaja en algún tipo de servicio, o a veces llevando el fanatismo de Santos o Uribe a extremos de no querer escuchar a nadie más, como cerdos, vacas y ovejas que sonríen alegremente mientras los llevan camino al matadero.

Por otro lado solo una parte de las personas hacen uso de esta,  ya que en Colombia siempre hay un fuerte contendiente en las elecciones llamado abstencionismo y un ejemplo claro de esto fue el plebiscito por la paz, pues el 62,59 % de personas habilitadas no votaron, lo que deja ver que aunque al pueblo le dieron el poder de escoger, lo están haciendo solamente unos pocos.

A aquellos ciudadanos que no le gusta leer, que no le gusta informarse,  que se quejan por ir a estudiar, que no les interesa descubrir que hay más allá de lo que le dicen, que participan en marchas sin saber realmente el significado de estas, se les hace una invitación, a que despierte, para que el día de mañana la opinión pública no siga siendo un eslabón perdido.

 

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