La iglesia propone y yo dispongo

La iglesia propone y yo dispongo

Por: Julián Villa
febrero 27, 2015
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La iglesia propone y yo dispongo

Fui bautizado en la iglesia católica un mes después de haber nacido. A los nueve años hice la primera comunión y a los doce la confirmación. Lo siguiente sería el matrimonio, sacramento que definitivamente no cumpliré. Y no lo haré porque ya no creo en la iglesia. No creo en los autonombrados enviados de Dios. No soy ateo, creo en Dios. Creo que hay un Dios que nos hizo. Pero, ¿qué culpa tiene él de las atrocidades que cometen los que profesan su “palabra”?

Y si no creo en la iglesia es porque ella así lo ha querido. Después de muchos años viviendo como católico por tradición familiar, abrí los ojos y me di cuenta de que su posición frente a temas como: la eutanasia, el aborto y la adopción igualitaria está en el extremo opuesto del mío. Supongo, si no lucho con ellos, lucho contra ellos. Al igual que a mí, ella no representa a una buena cantidad de personas. Por ende, no debe ser vista como autoridad divina, únicos poseedores de verdad y sabiduría a la hora de tomar decisiones en las cuales tenga que acogerse un país, viendose afectados o beneficiados la totalidad de sus habitantes.

Morir debe ser un derecho, no una circunstancia.

Por muchos siglos la iglesia nos han dicho cómo vivir, cómo pensar, qué hacer y qué no. Entonces, si una persona decide morir por medio de la aplicación de la eutanasia, se le debe respetar esa decisión. Ya es justo que en una sociedad donde da lo mismo quitarle la vida violentamente a una persona, donde se respeta la vida a medias, por lo menos se le respete la decisión propia de morir. Sería una muerte digna y eso es lo que quieren muchas personas, sobre todo aquellas que tienen enfermedades terminales. Frente a la eutanasia la iglesia se ha mostrado reacia argumentando que prefieren que se haga la voluntad de Dios. Entonces, en casos donde las personas sufren de manera humillante e inhumana hasta el último de sus días, no solo una dolorosa enfermedad sino también tediosos tratamientos médicos, pastillas todos los días, diálisis, fisioterapia, radioterapia, quimioterapia, ¿cómo saben ellos que esa es la voluntad de Dios y no la voluntad del sistema?

Creo que si alguien pide que se le aplique la eutanasia, es porque la necesita. Por lo general, son personas que ya no se pueden valer por sí mismos, no tiene control sobre su cuerpo o poca fuerza para hacerlo. Esto no es solo comprensible para las personas que la padecen sino también para los familiares. Si por el contrario, la persona que desea que se le sea aplicada la inyección, es una sana, pero, igualmente decide morir, es una decisión autónoma y racional, por lo tanto debe ser respetado. Y debe ser así porque la vida es mía, el cuerpo es mío, sobre él decido yo, y ni la religión ni el Estado tiene derecho a decidir por mí.

Frente a la adopción igualitaria, y por igualitaria me refiero parejas heterosexuales y homosexuales. El tema se pone cada vez más espinoso. Muchas personas que se oponen ante la posibilidad de que una familia conformada por una pareja del mismo sexo pueda adoptar tienen argumentos debatibles, en cambio otros empapados en su fanatismo se fundamentan en la biblia: que hombre y mujer, Adán y Eva, padre y madre, en la biblia dice, Sodoma y Gomorra, etc. Ese es el problema; para temas como éstos la religión no debe ser tomada, mucho menos aceptada como argumento a la hora de tomar una decisión para esta sociedad.

Colombia le dijo no, por ahora, a la adopción igualitaria. Prefiere que los niños que no tienen padres estén abarrotados en hogares de paso donde poco reciben el calor de hogar, y con pocas posibilidades de ser adoptados por la familia “ideal”. Seguro que muchos sí conseguirán estar en una buena familia, otros terminarán en hogares en otros países, ya que según el Instituto Colombiano de Bienestar familiar entre el 2011 y el 2014, 6.451 niños, niñas y adolescentes fueron adoptados en el país. 2.922 de esos niños fueron adoptados por solicitantes colombianos y 3.529 por extranjeros. Mientras muchos simplemente seguirán bajo poder del Estado.

Entonces, ¿por qué no brindarles la posibilidad de estar en una familia?

A mi parecer, un país que se niegue ante esto, no debe ser considerado un estado social de derecho. Los que están en contra dicen que lo ideal para el normal desarrollo del menor es crecer con papá y mamá. Esto sencillamente es una incoherencia. Muchos niños personas crecimos sin uno de nuestros padres. Aceptémoslo, Colombia no le ha cumplido a sus niños, y esto seguirá pasando. Con esto no busco presentar a la familia homosexual como los redentores de la niñez colombiana, pero, por lo menos tengamos en cuenta este nuevo modelo de familia. Los tiempos cambian, y si la iglesia, el Estado y las personas que lo conformamos seguimos como vamos, o peor aún, si vamos a seguir dejando que nuestros dirigentes se fundamenten en discursos retrógrados y que nuestra sociedad unte de más intolerancia y estereotipos del medioevo, no vamos a llegar a “ninguna parte” y seguiremos sumisos y domesticados ante ellos. En mi concepto, dirigir un organismo del estado, llámese o no Procuraduría, o peor aún dirigir un estado basándose en ideologías religiosas es nefasto. La iglesia debe ocuparse de temas estrictamente religiosos, para sus creyentes, donde si tienen jurisdicción. Y no inmiscuirse en temas de organización nacional.

Con temas como estos se tiende a ir a los extremos cuando de argumentar su posición se trata, y esto es por parte y parte. El problema real no es lo que diga la iglesia, el problema es que tiene voz influyente y poder. Y lastimosamente, detrás de ella, borregos a su servicio. Pero como yo si quiero decidir por mi cuenta, anuncio: me separé de la iglesia, porque, si fue una relación, no fue recíproca, ella solo me daba órdenes, y yo, de vez en cuando, el diezmo. Claro, esto no se ha oficializado, falta la apostasía, que en otras palabras es algo así como un “desbautizo”, es que estoy pensando si hacer una gran fiesta como en la primera comunión, o una sencillita como en la confirmación.

La iglesia propone, yo dispongo, y decidí pensar por mí.

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