La historia de un cura rebelde que creció en los 60

La historia de un cura rebelde que creció en los 60

Gabriel Diaz hizo parte del grupo de Golconda

Por: Miguel Angel Romero
marzo 05, 2014
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La historia de un cura rebelde que creció en los 60

Los achaques del tiempo son muchos, la próstata creció una vez más, la molestia en el hombro izquierdo continua, una válvula en el corazón no funciona correctamente además de uno que otro problema que aparece con el pasar de los días, de los viajes y las experiencias, cosas que a pesar de sí mismas no le son limitantes a la hora de realizar cualquiera actividad.

Gabriel, con 80 años de edad, todo lo dice con una constante gracia y sonrisa, casi parecie que nos toma del pelo. Respecto a su edad bromea, dice qué ya está en la edad del cóndor, a lo que le pregunto ¿cuál es esa edad? Con dolor aquí, con dolor allá- responde y suelta una carcajada a la que sin dudarlo me uno.

Recibe su café, al cual no le agrega azúcar, toma un sorbo y me continúa contando historias de su vida abiertamente, como si me conociera de siempre, sin importarle que apenas hoy sea nuestra primera conversación.

Señala la pintura colgada en la pared, la de la finca en la creció en Santo Domingo Antioquia, su pueblo natal y en el que se crió con sus hermanos y padres, allá en donde según él se embobó.

Se embobó dice él por que empezó a dejarse tumbar, menciona una situación con su hermano en la que le pidió a este que le vendiera su correa, a lo que él accedió. El problema vino hasta el momento de negociar el precio, su hermano le pidió 40 pesos, pero Gabriel ingenuamente insistió en que le recibiera 80, y así comenzaron a discutir por el precio de la correa, una discusión que tal vez no se haya dado en otro lugar, pero que Gabriel mantiene presente ya que desde ahí anda embobado por vivir, y por servir, alejado de lo material, porque según él es más importante ser que tener.

Al ordenarse sacerdote, su padre manifestó a sus amigos que hasta ahí trabajaba, pensando que Gabriel, como cualquier otro párroco de pueblo, se dedicaría a vivir de cuenta de los diezmos de la iglesia; pero ahí se equivocó, no contaba su padre con que Gabriel se rebelaría a favor de los más necesitados y es por eso qué su padre alguna vez en broma le reprochó ante sus hermanos que estos tenían que aumentar la cuota, ya que a este paso Gabriel los iba a quebrar.

"Rebelde es una palabra que se ha usado en muchas ocasiones para definirlo" tal y como su sobrina afirma. Gabriel es un claro ejemplo de rebeldía y es que, si para ser tachado de rebelde hay que estar por fuera de lo establecido, Gabriel en el transcurso de su vida ha logrado serlo, él se ha dedicado en vida al servicio por y para los pobres, algo que para la iglesia católica resultaba ajeno antes de que muchos curas en los años 60’s se alzaran las sotanas para caminar entre el barro de los barrios populares. Recuerda que alguna vez, se encontró con un primo lejano, que lo saludó sorprendido y diciendo: ¿Así que vos sos Gabriel, por el que mi madre reza el rosario porque andás descarriado?

Los libros en su biblioteca, son un reflejo de su pensamiento heterodoxo, también son un recuento de lo amigos con los que se ha cruzado por la vida, los cuales por si solos para cualquier sacerdote serían todo un escándalo; su biblioteca alberga desde el Corán, hasta varios ejemplares del filósofo envigadeño Fernando González, también un libro sobre Camilo Torres el cura guerrillero, uno de Eduardo Galeano y uno que otro de uno de sus más queridos amigos, el blasfemo poeta Gonzalo Arango.

Gabriel, con su cabello totalmente blanco continua tomando de su taza de café y por un momento calla, abre uno de los cajones de su escritorio, mete su mano a este y me dice: A mí cuando me hablan con términos raros me toca sacar el revólver, levanta su mano del escritorio y me apunta, inmediatamente vuelve a soltar otra carcajada y me enseña una raíz en forma de revolver que recogió en un viaje al Chocó y que más allá de la chanza que le hace a todos sus conocidos también en alguna ocasión lo salvó de ser atracado.

Entre bromas e historias, conocí a este personaje, Gabriel Díaz, un sacerdote que se ha exiliado fuera del país, que a su vez ha viajado y estudiado, que ha vivido en París, Alemania y Costa Rica, que ha trabajado con los barrios más pobres y con diferentes comunidades de Medellín y Colombia, que aún hoy en su retiro continua trabajando con estas, y que es, sobre todo esto, es un hombre sin miedo a morir pero con toda la alegría de vivir, de servir al prójimo, sin apegos a lo material, porque la casa de Gabriel es la casa del que toque la puerta.

@_eldenunca

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