Fabio Vásquez, fundador del ELN, visto por un exguerrillero que estuvo con él

Fabio Vásquez, fundador del ELN, visto por un exguerrillero que estuvo con él

"De ser un joven idealista y arrojado, terminó siendo un jefe autoritario y paranoico". Se le desmoronó la guerrilla en las manos y terminó en La Habana donde falleció a los 79 años

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diciembre 12, 2019
Fabio Vásquez, fundador del ELN, visto por un exguerrillero que estuvo con él

Murió Fabio Vásquez Castaño y la suya no es una muerte cualquiera, y no lo fuera si su actividad revolucionaria no hubiese estado enmarcada en una época en que los vientos de cambio no dejaban ningún punto del planeta sin que su influjo innovador dejara de sentirse. Aquí lo vivimos en las décadas del sesenta y setenta, que fue el tiempo en que la figura de Fabio Vásquez no dejó de ser noticia en la prensa hablada y escrita de la época. El ambiente de romanticismo que se respiraba en ese entonces y el culto a las armas que se profesaba, sobre todo en los círculos revolucionarios, empañaban el verdadero significado de lo que estaba sucediendo en las huestes guerrilleras del ELN, en que unas guerrillas que habían irrumpido con fuerza en el panorama revolucionario de Colombia despertando expectativas de triunfo en amplias capas de la población y no poco miedo en las élites gobernantes, se consumían en un proceso de desgaste producto de la dirección personalista y autoritaria de Fabio Vásquez.

Pero no es justo con la historia atribuirle esa decadencia de las guerrillas del ELN a Fabio Vásquez solamente, sino que de ella fuimos responsables la mayor parte de los que lo acompañamos en la empresa y que aceptamos su jefatura como si él fuera la encarnación del ideal revolucionario. Eran los tiempos en que se daba por descontado que solo a través de las armas se le podía arrebatar el poder a la burguesía explotadora, para establecer luego un estado socialista, y aunque los fundadores de la organización estaban todos en un plano de igualdad, la decisión de Fabio de ponerse al frente de la construcción del primer núcleo guerrillero lo revistió de la autoridad suficiente para ponerse al frente de la organización con Víctor Medina Morón, como segundo al mando y de imponerse finalmente como el jefe supremo.

Para entender por qué Fabio Vásquez Castaño, de ser un joven idealista y arrojado, terminó siendo un jefe autoritario y paranoico convencido de ser la encarnación viva más acabada de la revolución, con un poder de decisión absoluto que causaba en sus seguidores más miedo que admiración, se hace necesario un estudio más a fondo que vaya más allá del aspecto político-ideológico y penetre en los intríngulis psicológicos de la relación del elemento humano con el poder, en donde este último se convierte en la vía más expedita para disfrazar falencias de autoestima y traumas no reconocidos en causas nobles al servicio de los más necesitados. Si el camino para materializar los sueños de redimir a los demás es la lucha armada, esta puede convertirse en un arma de doble filo en que a través de ella terminan siendo víctimas de la misma tanto tirios como troyanos. A Fabio y en menor grado a todos nos pasó algo parecido, por eso no resulta de buen tono endilgarle solo a él todo el peso de la responsabilidad por los acontecimientos sucios (fusilamientos, deserciones, expulsiones, etc.) que empañaron la imagen romántica y desinteresada de la revolución.  Cuando la revolución se convierte en poder pierde ese hálito de humanismo y generosidad que es lo que despierta la conciencia de los pueblos a brindarle todo su apoyo, como ha sucedido tantas veces en los anales de la historia. Convertida en poder, pierde esa esencia y como el poder obnubila las personas empiezan a girar en torno de él esperando las más de las veces hacerse al mismo para disfrutar de las prerrogativas que de su ejercicio se derivan. Ese ha sido el Talón de Aquiles de las revoluciones triunfantes, que pierden esa esencia dialéctica que es la que dota a los revolucionarios de los argumentos necesarios para mantener viva la llama de la lucha por un mundo mejor. Esa peste del poder nos invadió a los militantes del ELN y se ensañó en Fabio Vásquez que terminó siendo más víctima que personalizador del mismo.

El ELN  todavía está en su lucha pero para muchos de sus militantes, Fabio es apenas un recuerdo, pero sin  él y sin los que lo acompañaron en su creación hoy no estarían enarbolando las armas con la idea, ya sin el romanticismo de antaño, de tomarse el poder por medio de ellas. Como guerrillero eleno yo estuve bajo su mando durante muchos años, y cuando descubrí que andábamos por la senda equivocada, contribuí con otros compañeros a despojar a Fabio de su jefatura. Tal vez sin ese hecho hoy el ELN como Fabio apenas sería un recuerdo en la historia del país. La salida de Fabio del país le permitió a esa organización salir de una crisis que la tenía al borde del colapso. De lo que no estoy seguro es de que Fabio haya conjurado a su vez, no importa que en silencio, los fantasmas de una paranoia que enturbiaron gravemente su compromiso revolucionario. Yo no juzgo a Fabio. Después de apreciar lo que hoy está pasando en el mundo, con una especie humana, en que no hay nadie que se salve,  destruyendo el único planeta que nos sirve de morada, no estoy en condiciones de juzgar a nadie y menos a alguien que también como yo -y como tantos otros desde luego- empuñó las armas en la convicción de que después del triunfo el reinado de la violencia había tocado a su fin en la tierra. Yo también soné con Fabio en un mundo mejor para todos. Yo también sufrí y gocé con él. Lo subí y lo baje del pedestal .Le di importancia y también se la quité. ¿Cuántas veces no quise que muriera y cuántas que viviera? Yo maté el fabismo sin maltratar a Fabio, y de eso me ufano. Cuando logré desterrar de mi conciencia la desviación fabista de la revolución recuperé mis ganas de ser más revolucionario que nunca. Hoy, que Fabio Vásquez se despide de este mundo no se me hace ningún nudo en la garganta pero sí siento la nostalgia de haber perdido a un compañero con el cual compartí un trozo imborrable de nuestras existencias. Paz en su tumba.


*Medardo Correa Arboleda estuvo vinculado al ELN entre 1966 y 1980, compartió de manera directa con Fabio Vásquez Castaño y fue uno de los líderes de “Replanteamiento”, un importante debate y ruptura con la lucha armada. 

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