Estas músicas que van con uno (4)
Opinión

Estas músicas que van con uno (4)

Noticias de la otra orilla

Por:
diciembre 19, 2015
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A propósito de la importancia de este libro del maestro Emirto de Lima, es una pena que no podamos disponer de más información de esta naturaleza, observada con criterio de conocedor y comentada con los instrumentos conceptuales que el tema requiere. Cuántos de estos nombres y de los de las siguientes generaciones se perdieron en el anonimato, en la indiferencia y en el olvido. Qué quedó de sus ejecutorias. Dónde quedaron los testimonios documentales de sus versos y sus melodías. En qué rincón se deshacen en el tiempo los testimonios materiales de sus instrumentos. Quién guarda sus fotografías. Quién los recuerda.

En definitiva, ellos son los fundadores de una cultura sonora, que con el tiempo y ciertas evoluciones de la sociedad, los medios de comunicación y la cultura, devino la corriente principal de una música que hoy por hoy no solo representa emblemáticamente una nacionalidad, sino que es un fenómeno de estudio de ciertos especialistas nacionales e internacionales. Esos fundadores, sin embargo, carecen de una memoria que los reactualice y los ponga en el plano histórico referencial que se merecen.

Pero nos disponemos en este artículo a no caer en la trampa de circunscribirnos entonces a los reiterativos antecedentes y datos que referencian privilegiadamente a Barranquilla en el acontecer musical de la Costa Caribe, porque ello sería repetir una vez más lo ya glosado de muy diversas maneras, casi siempre las mismas, y seguiríamos con ello siendo injustos, sino que hemos querido bordear los límites que dibujan a la capital en este sentido para ver qué es posible ver hacia adentro de la provincia y en el  pasado, acudiendo probablemente a textos y fuentes no tocadas antes. Por ejemplo, repasando para estos efectos el libro de Peter Wade encontramos que no tuvo para nada en cuenta el libro de Emirto De Lima que tanto hemos ponderado nosotros, y que se entretuvo para este tema y otros en textos de muy inferior factura, perdiendo así la oportunidad de contar con una fuente de enorme valor, privilegio y pertinencia, para una investigación de la importancia de la que realizó. El nombre de De Lima solo aparece en la página 120 de su libro, pero referenciado como pianista de la Orquesta Sosa. Y punto. Lo que quiere decir, que no hubo nadie que lo indujera a la indagación del valioso libro  publicado en Barranquilla en 1942.

De todas formas, la vida musical de Barranquilla con sus grandes personajes de ópera, opereta y zarzuela, los grandes concertistas auspiciados por el Centro Artístico, a comienzos del siglo XX; las famosas individualidades y las orquestas internacionales visitantes en los años 30 y 40, las academias musicales para la pequeña burguesía barranquillera, la docencia ejemplar de maestros como Aurelio Vásquez Pedrero, Pedro Biava, Emirto de Lima, Hans Neuman y Alvaro Bacilieri, entre otros, La Emisora Atlántico Jazz Band, el Radio Teatro de la Voz de la Patria, La Orquesta Filarmónica de Barranquilla, el Conservatorio de Bellas Artes, los éxitos de Angel María Camacho y Cano, Pacho Galán, Antonio María Peñaloza, Nelson Pinedo, Esthercita Forero, Alci Acosta, Rafael Mejía Romani, Luis Carlos Meyer, Carmencita Pernett, Rafael Campo Miranda, Adolfo Echeverría y un largo etcétera, todo eso, no hay duda que estimuló un ambiente propicio para crear en el Atlántico y en el Caribe colombiano todo un proceso que generó el fortalecimiento de los estudios musicales y una mayor emulación de las generaciones posteriores que de alguna forma se disolvieron en un fenómeno de comercialización que sin duda mediocrizó nuestra música y a nuestros músicos a lo largo de más de dos décadas.

Una serie de hitos musicales confirman a Soledad
como plaza en la que se han forjado interesantes procesos
y han crecido individualidades admirables

Por otro lado, si quisiéramos hablar de alguna importancia particular entre las poblaciones del Atlántico es inevitable encontrar en Soledad una serie de hitos musicales que la confirman como plaza en la que se han forjado interesantes procesos y han crecido individualidades admirables. El maestro Efraín Mejía Donado, fundador de la Cumbia Soledeña, en diálogo con este cronista recuerda muy claramente la celebridad que representaba un músico como el maestro Juan Gayaspá Jiménez, acaso el mismo "inolvidable Jiménez" que mencionaba De Lima como uno de los cantores de guitarra, que tenía una banda que era la más recurrida en el departamento para todo tipo de festejos, conformada por varios miembros de la dinastía de los Rolong.

Imposible no referenciar al gran maestro de la trompeta Marcial Marchena, profesor de nuevas generaciones y director de una célebre banda; a los tres hermanos Rolong, a Diógenes González flautista renombrado, Alberto Montero y Alejandro Barceló, la banda del Niño Díez, la Orquesta Pájaro Azul de Pacho Galán, Efraín Orozco y su guitarra, José Miguel Cuesta, acordeonero aventajado de personal estilo, y uno de los primeros músicos que grabó discos en el país, acordeonero además de Los Soneros Costeños de Teódulo Cervantes, tío de Alci Acosta  y de Pedro Jinete, reconocidos músicos soledeños.

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