El milagro de la cumbre petrolera de Argelia que puede revolcar la economía del mundo

El milagro de la cumbre petrolera de Argelia que puede revolcar la economía del mundo

Entretelones de la inesperada decisión de recortar la producción del crudo que podría colocar el precio del barril en 50 dólares y ayudarle a Nicolás Maduro a capotear la crisis e incluso a Colombia

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septiembre 30, 2016
El milagro de la cumbre petrolera de Argelia que puede revolcar la economía del mundo

Cuando iba a caer el telón del Forum Internacional de Energía en Argelia, sucedió lo inesperado. El ministro de Energía de Irán, Biyán Zangané saltó a la palestra para anunciar lo que parecía impensable. "Hemos decidido reducir la producción en unos 700 000 barriles por día”, dijo mientras se solazaba con un "la OPEP ha llegado a una decisión excepcional hoy (...) Tras dos años y medio, ha logrado un consenso para gestionar el mercado”.  Lo que parecía imposible se había hecho realidad. En tanto que la industria petrolera, los analistas, los corredores de bolsa no salían de su asombro porque veinticuatro horas antes nadie daba un dólar por lograr siquiera el congelamiento de la producción, una frenética actividad se apoderó de los mercados de Londres y Nueva York que estaban a punto de cerrar. En pocos minutos el petróleo Brent subió 5,91 %, hasta los 48,69, y el WTI  5,32 % hasta 47,05 dólares por barril.

Esa fue la bienvenida al pacto que reducirá la producción del cartel a 32,5 millones - 33,0 millones de barriles por día (bpd), desde los 33,24 millones que está bombeando en la actualidad, para tratar de poner fin a la era del tobogán de los precios que de un pico de 100 dólares a mediados del 2014 llegaron a hundirse hasta los 28 a principios de este año. El acuerdo, que algunos en medio de la euforia han llegado a calificar de histórico, deberá ser refrendado en Viena en la reunión oficial de Opep prevista para el próximo 30 de noviembre.  Ha tardado más de dos años en alcanzarse a pesar de las reiteradas peticiones de algunos de sus miembros, entre ellos Venezuela, uno de los más golpeados por los bajos precios, y otros productores por fuera del cartel, con Rusia a la cabeza. Y en los próximos dos meses deberá abocarse el muy sensible tema de las cuotas, que tradicionalmente ha sido el talón de Aquiles de los acuerdos de Opep, así como su cumplimiento.

 

Esta imagen de la reunión del príncipe saudí Mohamed bin Salman con Vladimir Putin fue la prueda del interés por equilibrar el mercado petrolero

Esta imagen de la reunión del príncipe saudí Mohamed bin Salman con Vladimir Putin fue la prueba del interés saudí por equilibrar el mercado petrolero

 

En los entretelones del sorpresivo pacto han fungido como protagonistas los dos archirrivales del cartel: Arabia Saudita e Irán. El petróleo del reino saudí está ahora en manos del millennial príncipe heredero Mohamed bin Salman, quien descabezó en mayo al arquitecto de la estrategia de dejar caer los precios para sacar del mercado a los productores más caros -como las compañías de esquisto estadounidenses-, el anciano y superpoderoso Alí-al Naimi. En su reemplazo está un veterano director de Aramco — petrolera estatal—, Jaled al Faleh, quien se inicia en las lides del cartel y aún dista de tener el ascendiente de su antecesor. Bin Salman había estado explorando un acuerdo con Rusia, y en el encuentro del G-20 de principios de este mes se reunió con Vladimir Putin logrando ponerse de acuerdo en una posible limitación de producción en el futuro, que fue recibido en los mercados con un tímido pero significativo repunte de precios. La icónica foto de esa reunión dio cuenta en el mundo petróleo de las acciones tendientes por lograr un equilibrio en el mercado que siempre tuvo la piedra en el zapato de Irán.

En Argelia el ministró iraní Biyán Namdar Zangané, conocido como “jeque de los visires” por su larga carrera administrativa, se plantó en no recortar su producción de 3,6 milones de barriles por día, muy cercana a los 4 millones de antes del embargo. Pero en su maleta llevaba la secreta propuesta de Riad, que fue reseñada hace una semana por la agencia Reuters en un confidencial, sustentada en fuentes cercanas a las conversaciones, según las cuales este mes Arabia Saudí ofreció reducir el bombeo de crudo si Irán se comprometía a limitar su producción este año. "Los saudíes están listos para un recorte pero Irán tiene que aceptar una congelación", habría dicho la fuente a la agencia británica. Y al parecer así fue. De hecho, en Argelia se comentaba en voz baja que Irán podrá extraer 3,7 millones de barriles —100 000 más que su bombeo actual—, y el reino saudí recortará su producción en una cifra que aún se desconoce.

El final no deja de sorprender, pero parece responder a la urgente necesidad de las economías saudí e iraní de mejorar sus ingresos con precios más altos. Teherán apenas trata de recuperarse en el posembargo, y Riad afronta el segundo año de un déficit presupuestal récord por el que ha llegado hasta reducir los salarios de los empleados oficiales. Para no hablar de la dramática situación de Venezuela, o los estragos en la  economía de Colombia.

El recorte de producción llega en un momento crítico de las previsiones en el mercado petrolero. Hace solo quince días que la Agencia Internacional (AIE) publicó un informe en el que volvía a pronosticar un superávit de crudo en el 2017 debido a un abrupto deterioro de la demanda y un aumento en los suministros. En efecto, fuera de Opep hay varios yacimientos iniciando operaciones como el enorme de Kashagan, en Kazajistán que se había retrasado por largo tiempo; además, las perforadoras de esquisto en Estados Unidos han sido más resistentes a la caída de precios de lo que se creía —con el agravante de que el repunte de los precios les dará nuevo impulso—. Y las siete más grandes petroleras del mundo, después de bache en sus ingresos, están en camino de aumentar 9 % su producción en los próximos tres años porque están iniciando los proyectos aprobados a principio de la década, como el gran yacimiento Johan Sverdrop de Statoil frente a las costas de Noruega. Dentro de Opep, Nigeria, Irak y Libia, que habían parado su producción por problemas relacionados con crisis políticas, están ahora en capacidad de sumarle unos 100 000 barriles al mercado sobreofrecido.

 

Nicolás Maduro mandó a su ministro Eulogio del Pino a presionar el acuerdo con la economía en la cuerda floja

Nicolás Maduro mandó a su ministro Eulogio del Pino a presionar el acuerdo con la economía en la cuerda floja

El pacto para impulsar los precios que han estado pegados a los 40 dólares será un alivio en los ingresos de productores petroleodependientes como Venezuela dentro de la Opep y Rusia, fuera ella. Venezuela ha tocado todas las puertas con insistencia. Nicolás Maduro envió a su ministro Eulogio del Pino a visitar los grandes productores del cartel en un largo periplo antes de llegar a la cita de Argelia presionando el acuerdo. Para Colombia, que no es miembro de Opep y no tiene cuota, un petróleo por encima de los 50 dólares ayudará a mejorar los ingresos del año entrante, en un presupuesto que carga el enorme peso del servicio de la deuda y recortes en programas de inversión, ayudará también a aliviar el bolsillo de los contribuyentes que será perforado por la reforma tributaria en ciernes.

Habrá que esperar para confirmar los efectos del anuncio de Argelia, porque todavía no parece ser el momento para cantar victoria. De aquí a la firma del acuerdo serán 60 días de tensiones mientras se deciden cuotas, mientras se resuelven casos como los de Libia y Nigeria, mientras se concreta cuál va a ser el recorte de Arabia Saudita, que ha hecho la gran concesión a Irán de que mantenga su producción mientras no vuelva a los cuatro millones de barriles anteriores a las sanciones. Eso dará la clave de si estamos realmente en el fin de la guerra del petróleo o si este es solo un intento de impulsar los precios. Porque, tal vez, como anotaba un analista escéptico “el diablo está en los detalles”.

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