El evangelio según Alejandro Ordóñez

El evangelio según Alejandro Ordóñez

"Sus teorías ultraconservadoras lo hacen enemigo de la democracia"

Por: JULIAN CORTES
octubre 02, 2014
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El evangelio según Alejandro Ordóñez
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Alejandro Ordóñez, actual procurador general de la nación, se precia hoy de ser uno de los abanderados contra la corrupción. Su posición ideológica y política, íntimamente ligada a sectores ultraconservadores de la iglesia católica como el Opus Dei, lo deja bien parado entre los guerreristas y fascistas del país, pero para la gran mayoría de colombianos, para los sectores democráticos y progresistas, y para las minorías sin derechos aun garantizados, sus posiciones lo único que dejan es un sabor amargo y de retroceso en los menudos avances que hemos logrado con la constitución del 91.

Paradójicamente la biblia, que ha sido su guía ideológica y la que utiliza más que la constitución, al igual que con la carta magna, la acomoda según sus interpretaciones. De este modo basta recordar la palabra de Dios que él tanto defiende, para conocerlo:
“Por sus frutos los conoceréis”
Mateo 7:15-20

Un pormenorizado análisis de su vida ha sido reseñada por diversos columnistas, donde dan cuenta de sus “valiosos” aportes a la ciencia del derecho. Su tesis en la Universidad Santo Tomás de Bucaramanga, titulada: “Presupuestos fundamentales del Estado Católico”, realiza una crítica a los modelos de estado como la Democracia Liberal, el Autoritarismo, el Comunismo y el Nazismo.1 Ha escrito tres libros: Hacia el libre desarrollo de nuestra animalidad; Ideología de género: utopía trágica o revolución cultural; y El nuevo Derecho, el nuevo orden mundial y la revolución cultural.2 Basta echarle ojo a estos títulos y ya podemos imaginar de que se tratan. Sus libros plantean, entre otras tesis, justificar la tiranía y las guerras justas para acabar con el liberal-comunismo.

Sus teorías ultraconservadoras, plasmadas en sus textos lo hacen enemigo de la democracia liberal, y fuerte enemigo declarado del comunismo y cualquier ideología que pretenda democratizar y proveer a una sociedad de libertad de pensamiento. Para él, todos los colombianos deberíamos profesar la fe católica y en lo posible abstenernos de pensar de manera diferente. Cuando joven decidió, en una campaña por la “moral pública”, quemar libros que él y su grupo consideraban inapropiados.

“¿Por qué miras la paja que hay en el ojo de tu hermano y no ves la viga que está en el tuyo? (…) ¡Hipócrita!, saca primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la paja del ojo de tu hermano”
(Lucas 6, 41-42)
Como defensor a ultranza de la derecha colombiana y del uribismo, y militante anti liberal y anticomunista, no ha escatimado esfuerzos en absolver a los primeros y condenar a los últimos. Varios de sus fallos han generado polémica, como la destitución de Piedad Córdoba, militante liberal de izquierda, y Miguel Ángel Beltrán, profesor universitario e historiador del conflicto armado. Destituciones realizadas por el llamado proceso de la Farc-política, mientras la justicia por su parte los había absuelto. A Alonso Salazar, el exalcalde de Medellín, lo destituyó en franco apoyo a su rival político: Luis Pérez. En Bogotá, con argumentos pegados con babas, destituyó al exsecretario de gobierno Guillermo Asprilla y e intento destituir a Gustavo Petro, actual alcalde de Bogotá, quien se atrevió a desafiar la mafia que monopolizaba la recolección de basuras, tocando claros intereses económicos de las élites colombianas.

Así pues, con Alejandro Ordóñez, la derecha ha infiltrado a una entidad que debe ser imparcial como lo es el ministerio público, concebida constitucionalmente para defender a los ciudadanos, poniendo a un fiel militante de su proyecto, con el poder suficiente y omnímodo para destituir cualquier funcionario que se oponga a sus intereses. Es tal el poder absoluto que tiene el procurador, que la segunda instancia es él mismo y ningún fallo puede ser apelado ante una autoridad independiente.

Como enemigo de la paz ha enfilado todos sus rebuscados argumentos para oponerse a la negociación actual de la insurgencia con el Estado colombiano, mostrando que en absoluto, la paz sirve a los intereses que con pasión defiende. Si bien ha sancionado a uno que otro militante radical de la derecha como Andrés Felipe Arias, Bernardo Moreno y Sabas Pretelt de la Vega, – tal vez por no encontrar argumentos decentes para presentar su absolución o por hacerle favores a la misma derecha fragmentada – es aberrante como absolvió a diversos políticos relacionados con escándalos de corrupción. Así lo hizo con Diego Palacio por el caso de la Yidis política. Pidió también la absolución de Mario Uribe, primo hermano de Álvaro Uribe Vélez por la parapolítica, a pesar de las declaraciones de Mancuso de apoyarlo en su momento. Absolvió disciplinariamente a Álvaro Araújo Castro por parapolítica, mientras que la corte suprema de justicia lo condenaba por los mismos hechos.
“Pues Dios os juzgará de la misma manera que vosotros juzguéis a los demás; y con la misma medida con que midáis”
Mateo 7, 2
“Con la misma vara que midas serás medido”, han sentenciado los grupos por la diversidad sexual LGBTI, quienes en más de una ocasión han hecho mofa de la actitud homofóbica del procurador, manifestando que detrás de todo ultraconservador en materia de derechos sexuales y reproductivos, se esconde un fracasado sexual, o un homosexual que no quiere salir del closet y no acepta su condición.

La libertad del ejercicio sexual y los derechos reproductivos de las mujeres, que tiene que estar en el plano de lo privado, han sido atacados por el procurador quien los somete a su tamiz religioso y pretende imponer su ética sexual en hombres y mujeres que piensan de manera distinta, incluso al punto de pretender criminalizarlas.

Siendo así las cosas, es hora de que los diversos sectores afectados por las decisiones del procurador, y la sociedad democrática y progresista del país, le paguen con la misma moneda sancionando socialmente, en las calles, en las cátedras y en los medios a personajes como Alejandro Ordóñez, cuyos preceptos políticos no deberían hacer nunca más carrera en pleno siglo XXI, donde deben quedar solo como la simple opinión personal de un fanático más; pues precisamente la democracia se basa en el respeto de las posiciones ideológicas y políticas de todos los ciudadanos y la garantía por parte del estado da salvaguardar y hacer respetar esa libertad; de lo contrario en un futuro escenario de paz, personajes como el procurador seguirán siendo la vaca muerta atravesada, no solo en la paz sino en la democracia que requiere el país.

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