"Eduardito, el fiscal que yo conocí"

"Eduardito, el fiscal que yo conocí"

Carlos Lozano, el director de Voz, el periódico del Partido Comunista describe a su amigo de infancia, Eduardo Montealegre, a quién ahora solo ve por televisión.

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enero 18, 2015

Eduardito, como lo llama  Carlos Lozano, era tímido y solitario, un niño  apartado de los demás jóvenes de su barrio. Solo disfrutaba la cercanía  con Gustavo Viana, quien era casi tan taciturno y silencioso como él. Apenas se asomaba a la vida cuando recibió un doloroso golpe que nunca olvidó. Se acercaba la navidad cuando ambos, entusiasmados con la armada del pesebre, subieron hasta la montaña Cerro Gordo a buscar musgo cuando ya en la cima  Gustavo se resbaló y cayó al abismo ante la mirada impávida de Eduardito.

La muerte de Viana lo volvió aún más melancólico. Carlos Lozano, vecino del barrio La pola de Ibagué, era la única amistad que tenía el joven Montealegre en esa cuadra, y a pesar de los diez años que le llevaba el futuro director del periódico Voz, estuvo cerca a él. Una cercanía cimentada en la amistad de ambas familias cuyos padres se conocían desde los años 60 y que aun se conserva a través de de sus hermanos Gustavo y Nelli Montelegre, profesionales en áreas de la salud y distantes de la vida publica del Fiscal.

Lozano recuerda como lo vio crecer y ha sido testigo de su transformación personal y de su crecimiento hasta convertirse en el hombre más poderoso de la justicia en Colombia. Coinciden, sin que hablen mucho del tema en el compromiso de ambos por la vehemente defensa de la salida política al conflicto y el proceso de negociación con las Farc.

Lozano recuerda el día en que Montealegre, recién graduado del Colegio San Simón viajó a Bogotá a estudiar derecho en la Universidad Externado donde terminó becado y con las mejores calificaciones e hizo su especialización en derecho Penal en 1982. Las cosas no le eran fáciles. Para financiar su carrera cultivaba caña en tres hectáreas que consiguió e hizo moliendas de panela hasta que comenzó a ganarse la vida como abogado. Fue sustanciador de juzgados, auxiliar en el Tribunal de Bogotá y en la Corte Suprema, monitor de la cátedra de Derecho Penal de su Presidente Alfonso Reyes Echandía –padre del actual ministro- , quien murió el horror del  Palacio de Justicia  y monitor del ex procurador Jaime Bernal Cuéllar con quien, una vez graduado, abrió una oficina en la calle 72 en Bogotá y han escrito juntos varias obras de derecho penal que son lectura obligada en la cátedra universitaria.

Mientras que Carlos Lozano comenzaba a perfilarse como uno de los líderes más importantes de la izquierda, Montealegre se veía cada vez más atraído por el derecho y las corrientes de vanguardia, así como del movimiento estudiantil universitario de los años setenta y ochenta. Montealegre armó una completa biblioteca de libros de filosofía y derecho con controvertidos autores desde el pensamiento liberal hasta la ortodoxia comunista. Se formó en el espíritu de la corriente liberal que lideraba el expresidente Alfonso López Michelsen con la que fundó el MRL.

Montealegre viajó a España en 1983 como becario del Externado y luego en 1992 entró a la universidad de Bond en Alemania con una beca del instituto Humbolt  y en 1997 regresó como segundo a bordo del recién nombrado Procurador, su maestro Jaime Bernal Cuellar. Lo acompañó durante los cuatro años, de donde salió para el  Consejo de Estado. Dejó la magistratura para dedicarse a la práctica privada donde atendió clientes como  Carlos Palacino y Saludcoop y Alberto Rios y Aseo Capital, cuyos casos siguen generando polémica y le han generado cuestionamientos públicos en su labor como fiscal general. Fue también abogado del presidente Álvaro Uribe quien en 2009 le alcanzó a otorgar un poder para demandar al presidente Hugo Chávez y quien asesoró de cerca a su gobierno incluso en el referendo reeleccionista y luego al presidente Santos cuando en el 2011 le ayudó a estructurar el proyecto del Fuero Penal Militar.

La relación entre Lozano y el fiscal dejó hace años de ser cercana y se quedó en el plano familiar en el escenario de Ibague. Las veces que Lozano ha buscado al fiscal, éste ha preferido enviar un asesor para que lo atienda y desde que llegó al cargo, solo han coincidido dos veces en eventos públicos, en los que  se han saludado a la distancia. De los tiempos de niños, conservan muchos recuerdos y el propósito de alcanzar la paz.

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