Diálogos sociales por la paz: ¿a qué llaman pedagogía?
Opinión

Diálogos sociales por la paz: ¿a qué llaman pedagogía?

Es necesario, si se quiere obligatorio, crear un ambiente de avenencia para alcanzar la cultura de la paz; una pedagogía, con amplio espectro de inclusión

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junio 02, 2016
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Es difícil, pero se puede, se debe lograr. Vamos en la posibilidad de pasar de la violencia irracional, a la aceptación de la paz.

Sin embargo, no es fácil cambiar la cultura de la violencia, de la exclusión, por los contenidos de la cultura de la paz, del sosiego doméstico, de la tranquilidad pública. Lo vemos diariamente, el cambio se requiere, pero ¿cómo puede ser posible, si los discursos y las actitudes son del todo enervantes en la palabra y en los hechos? Miren ustedes:

Repasando los contenidos de la discusión de los diversos opinadores, parece que la respuesta a la oposición o la respuesta a la mera postura diversa, no es la argumentación, el diálogo, la razón o la explicación frente a la postura divergente o a los interrogantes, sino el señalamiento de estar en bando contrario, la desconceptualización personal y el epíteto descompuesto. Así es la cosa: un pesar.

Desde luego, señoras y señores, la respuesta aparentemente oficial -se habla desde el atril público, desde el cargo, desde las funciones  de los servidores públicos- que se va dando a la postura diversa, se escucha como respuesta destemplada, como cuando dicen ‘(….) nosotros que creemos en la paz (…)’ como si los que opinan diferente no creyesen en la paz. Una falacia. Muchos creen y creemos en la paz, pero no necesariamente en los mecanismos en discusión; o, no se encuentra que el camino transitado sea claro; o, se presenta una fórmula de encuentro de manera apartada a la postura “supuestamente oficial” y entrecomillo el supuestamente oficial, pues como se sabe, y así lo ha expresado el presidente de la República,  nada está acordado, hasta que todo esté acordado.

No podemos llegar al punto de que sea mejor no opinar
 y, que cuando se opine, como se dice
‘Dios nos tenga de su mano’

Y, qué tal la postura de otro, se supone, servidor público, que, en respuesta al expresidente Pastrana, como al exconstituyente Leyva, apunta con furia, creo, apuntillando sus argumentos, con calificativos fuertes y del todo fuera de argumentación. Sí, señoras y señores, es desproporcionado comparar un referendo con una elección presidencial, pues son ejercicios diferentes, momentos políticos diversos; pero aún más, refiere a que son interpretaciones ‘falsas’ y, agrega, como si fuera poco, que de allí  alguna afirmación resulta ‘irresponsable y mentirosa’; vaya, vaya, me sorprende que no haya paz en la discusión, que no se pueda discurrir en armonía con la inclusión y la aceptación del debate, que no es una debacle; no podemos llegar al punto de que sea mejor no opinar y, que cuando se opine, como se dice  ‘Dios nos tenga de su mano’. Puede que la servidora pública tenga razón, pero la razón no se impone por la fuerza, por la vía fácil del epíteto, sencillamente se debe imponer por la razón misma. Hay que aprender a dialogar, a discurrir, a comunicar, a concitar opinión y, a no crear exclusión.

Vale el crear un ambiente que aplique el sabio adagio popular según el cual ‘de las operaciones matemáticas, me gusta más la que suma y multiplica, que la que divide o la que resta’.

En suma, nos preguntamos si la verdad oficial debe ser impuesta. O si, por el contrario, la verdad oficial debe concitar al argumento, la discusión y el planteamiento de avenencia. Por supuesto, me quedo con la segunda: considero la más democrática.

Sí, se debe crear un ambiente de avenencia; se debe, es necesario, si se quiere obligatorio, para alcanzar la cultura de la paz; una pedagogía, con amplio espectro de inclusión. Así es, ni más ni menos: ‘lo que enseña y educa por doctrina o ejemplos’; y, la verdad sea dicha, visto así el estado del arte, lo que sucede: estamos bien lejos de la doctrina y, por supuesto, del ejemplo.

Entonces: ábrase el diálogo social por la paz.

La llamada o mal signada contraparte, que curiosamente no es aquí vista como la subversión o las autodefensas, sino la postura de pensamiento diverso, ha tomado el mismo camino -se debe aceptar-, pero en este caso, se debe llamar la atención no para que merme su postura, sino para que lo haga de forma tal, que evite el desgaste de mucho argumento que puede ser de importancia o atendible.

La contraparte, la verdadera contraparte, se encuentra en otra orilla que no es oposición, está en la orilla del secuestro, de los hechos violentos, del ataque a la libertad de prensa; esa sí es la contraparte.

¿A qué llaman pedagogía? Sin duda, no a la que están desarrollando.

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