De la Alegremia, y de nuevos indicadores
Opinión

De la Alegremia, y de nuevos indicadores

Por:
julio 29, 2014
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La medicina utiliza indicadores para medir sustancias en sangre como la glicemia, colesterolemia y otras “emias”. Hay un concepto estadístico de “normatividad”. Esto ha fijado la idea de que la salud es una “normalidad”, y lo que se desvía de esa “normalidad” es enfermedad.

Pues unas doñas campesinas argentinas al tratar de entender eso de las necesidades básicas insatisfechas se inventaron la “alegremia” como indicador, acompañadas por el médico pediatra y  salubrista Julio Mosalvo. Es decir, la alegría que corre por nuestras venas, la alegría que somos capaces de desarrollar con aquellas cosas consideradas como esenciales, todas comienzan con la letra A: Aire, Agua, Alimento, Albergue, Amor, Arte, Aprendizaje…

Este concepto de salud, mucho más profundo que el de la OMS (que recuérdese, “es el completo estado de bienestar físico, emocional y social y no solo la ausencia de enfermedad”, lo que lo convierte en un estado inalcanzable) nos advierte sobre la necesidad de inventarnos nuevos indicadores de bienestar.

El reino de Bután, por ejemplo, es el único país que mide la felicidad de sus habitantes. El motor del desarrollo del reino, con casi todo por hacer, no es el producto interno bruto, como lo es en todos los países del mundo, sino la Felicidad Interior Bruta. El progreso del pueblo no se mide únicamente por el dinero; el desarrollo económico debe ir acompañado del cultural, espiritual, medioambiental, así como de un buen gobierno.  El indicador se sostiene en los cuatro pilares que según el gobierno posibilitan a una sociedad ser feliz: la economía, el patrimonio cultural, el medio ambiente y la buena gobernabilidad. “Si alimentamos el ego, nunca seremos felices. Hemos de trabajar la compasión, el amor incondicional, la bondad, el vacío”, sostiene su ex primer ministro.  Quién sabe a dónde llevarán estos indicadores, pero parecen mucho más sensatos que los del Banco Mundial.

La gran reforma que necesitamos como especie requiere que la vida se feminice, que la cotidianidad se poetice, que la aventura interior sea más creativa, más benevolencia con el prójimo, menos ceguera de nosotros/as mismas.

Sin duda, en momentos de negociaciones y reconciliaciones es preciso que hagamos el ejercicio de nuevos indicadores de bienestar:

Contar con redes afectivas, agenciar la propia salud y cuidar de sí, pertenecer a culturas vivas, ampliarse en colectivo, anidar el jardín, transitar la noviolencia, aprender y desaprender, participar en gobernanzas justas, poetizar la vida, sacralizar la muerte, caminar la ciudad, tener protección y abrigo, encontrar sentidos, agenciar el deseo, encontrar la palabra, indignarse, tomar lo que nos corresponde, cimentar autonomías, generar confianzas, laicizar la espiritualidad, aprender a ver los milagros que andan tirados por las calles.

Este es un ejercicio que nos merecemos como sociedad y que los economistas se inventen las matrices de probabilidad.

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