Cuarenta mil años de medicina
Opinión

Cuarenta mil años de medicina

Bosquejo histórico de la ciencia y el arte de prevenir y curar las enfermedades

Por:
noviembre 21, 2014
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El ser humano aparece en la evolución de la vida como una especie que característicamente siente gran empatía con el sufrimiento del otro. Algunos animales reconocen y responden al dolor de sus “prójimos”, sobretodo animales domésticos como el perro que ha convivido miles de años con el hombre, pero ninguno con la emotividad e imaginación del ser humano: ¿qué le pasó? ¿cómo es el dolor? ¿qué hago? Esta admirable emoción humana es el inicio de la medicina pues la empatía es el fundamento de la medicina. Podríamos decir entonces que desde que el hombre es hombre, hace más de 40,000 años, existe la medicina.

La medicina es parte integral de todas las culturas humanas. Cada cultura ha tenido su medicina. Desde el paleolítico o en nuestras culturas indígenas y en los barrios más pobres de nuestras ciudades se encuentran chamanes que cumplen el rol de médico. “Los mayores”, me decía un estudiante del Cauca, “saben medicina”.

Luego aparecen en la historia medicinas más complejas y elaboradas que podemos llamar pre-hipocráticas. En ellas se usan conceptos como el equilibrio sinónimo de salud, una relación no armónica entre microcosmos y macrocosmos como causa de la enfermedad y técnicas terapéuticas como la acupuntura o la trepanación craneana.

Surge entonces en la Grecia Clásica la medicina hipocrática, que bien podríamos llamar socrática, “madre” de nuestra medicina occidental. El paciente interrogado clínicamente y su entorno (Sobre aires, aguas y lugares es uno de sus textos) no los dioses es el foco del pensamiento médico.

Luego en la Alejandría helenística al realizar autopsias se interpreta la enfermedad como lesión orgánica. Por eso decimos hoy “estoy enfermo del hígado”, “de los riñones”, “de los pulmones”, etc.

En tiempos del Imperio Romano, Claudio Galenomédico del emperador Marco Aurelio escribe sus libros y establece la llamada “síntesis galénica” que domina el pensamiento médico por más de 1.500 años. Las medicinas latina tardía, cristiana, islámica y judía medievales son todas galénicas.

Con el Renacimiento, fertilizada la medicina por el arte de Leonardo y otros, se inicia una exploración más realista del cuerpo humano con Vesalio. Tras el descubrimiento de América y el “intercambio colombino” aparecen nuevos mundos, nuevos remedios y nuevas enfermedades: las virales como el sarampión y viruela en América, la sífilis en Europa. Luego la fiebre amarilla desde África por el comercio de esclavos y azúcar y la quina para la malaria en el siglo siguiente.

El siglo XVII del oscuro Barroco es el siglo de la ciencia y los experimentos. Ocurre con Harvey el más importante descubrimiento médico, la circulación de la sangre. La medicina occidental se divide en ciencias básicas (Harvey y otros experimentadores) y ciencias clínicas (Sydenham, iatroquímicos, iatrofísicos, etc.)

Durante la Ilustración se intentan elaborados y fallidos sistemas racionales de enfermedades. La educación médica moderna llega a Colombia con el médico José Celestino Mutis.

En el siglo XIX aparece la medicina de grandes hospitales y grandes laboratorios con importantes descubrimientos e inventos (la célula, la anestesia, la antisepsia, la teoría infecciosa de las enfermedades, la medicina preventiva, etc.) Y en el siglo XX triunfa (o fracasa, usted dirá) la medicina biomolecular.

En resumen hemos ido descendiendo del macrocosmos y los dioses, al paciente, a los órganos, a los tejidos, a las células, a los microbios, a los genes y las moléculas. Cada vez a los más pequeño y casi invisible. Podemos hoy preguntarnos ¿hemos perdido en el camino a la persona sufriente?

Me pidieron un resumen corto de la historia de la medicina para el 3 de diciembre, Día Panamericano del Médico. Envié el texto anterior. Quisiera añadir otras breves consideraciones actuales.

Muchas personas citan los siguientes versos del poeta T.S. Eliot (1888-1965) en su obra “La Roca” (1934) aplicándolos al descenso de nuestra ciencia contemporánea a la fragmentación:

Invenciones sin fin, experimentos sin fin…
¿Dónde está la Vida que hemos perdido viviendo?
¿Dónde está la sabiduría que hemos perdido en el conocimiento?
¿Dónde está el conocimiento que hemos perdido en la información?
Los giros de los Astros en veinte siglos
Nos han traído más lejos de Dios y más cerca al polvo”

La medicina en su viaje del hombre enfermo a la biología molecular también se ha alejado de su antigua sabiduría, la llamada Medicina Perennis. Y todavía hemos bajado otro escalón en los últimos años con la tendencia llamada Big Data: grandes computadoras procesando millones de datos dominarán la decisión clínica. A quienes creen que vamos por camino seguro les recomiendo una entrevista a Roberto Rigobon, profesor del MIT, cuyo título lo dice casi todo: El tener más datos no quiere decir que haya mejor información (El País, 26 de octubre, 2014). A veces nos parece que la medicina ha descendido en sumisión a minúsculos y poderosos data y nos sentimos en el polvo.

 

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