Colombia y su segunda oportunidad sobre la tierra

Colombia y su segunda oportunidad sobre la tierra

Reconstrucción del minuto a minuto de la firma de los Acuerdos de Paz , cuyos orígenes se remontan a 1964 en el Tolima y que terminan en Cartagena 50 años despues

Por: Diego A. Olivares Jiménez
septiembre 27, 2016
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Colombia y su segunda oportunidad sobre la tierra
Foto: Archivo El Tiempo

La firma de la paz entre el Estado colombiano y la guerrilla de las FARC es el relato periodístico que, quizás, todo periodista ha soñado o imaginado pero que nadie hasta ahora había podido contar.

Nunca en los 206 años de vida republicana nuestro himno nacional había generado tantos sentimientos de orgullo y hermandad entre los asistentes a cualquiera de los eventos en los que con frecuencia se suelen entonar su letra: actos protocolarios, encuentros deportivos, ceremonias de ascensos militares y alocuciones presidenciales.

El Centro de Convenciones de la ciudad amurallada fue testigo de la interpretación al unísono de los versos alejandrinos por parte de hijos de una misma patria, para quienes este lunes 26 de septiembre quedará grabado en la memoria como el día en que por fin pudieron darle una significación real a aquella estrofa en la que generaciones de colombianos clamábamos por que cesara, de una vez y para siempre, la horrible noche.

Nunca antes en nuestra historia recuente los representantes del Estado colombiano y la guerrilla más vieja del continente habían plasmado sus firmas sobre un documento de mayor significación e importancia para el capítulo de esperanza, con el que hoy doblamos todos los colombianos los cuentos de miles de páginas de horror que se escribieron en décadas pasadas.

A las 5:00 en punto de la tarde la ciudad que fue respiró los primeros aires de independencia del yugo español y cuyos ciudadanos contribuyeron de manera decisiva a la abolición de la esclavitud, presenciaba entre clamores de júbilo el anuncio del fin del conflicto armado más antiguo en todo el hemisferio occidental.

La Torre del Reloj que preside el camellón de los mártires marcaba una hora mágica y solemne, interrumpiendo la rutina durante la que en otro lunes cualquiera las danzas de un grupo de mapalé, la prédica de un pastor extraviado que ofrece la salvación eterna propios y extraños, o los buses de TransCaribe transitan atestados, suelen ser los principales protagonistas.

Ahora, mientras el sol se oculta detrás de las cúpulas de las iglesias del Centro Histórico, los alcatraces levantan vuelo por última vez durante este día histórico, y las palomas danzan alrededor de su refugio nocturno.

No sería raro que un nubarrón descargara pesadas gotas de lluvia para aliviar la incertidumbre de un país expectante y convencido de  que siempre será mejor un mal acuerdo a la mejor de las guerras: 500 mil personas asesinadas, 45 mil desaparecidos, 40 mil secuestrados y 6 millones de desplazado

El domingo en la tarde indígenas arhuacos, wayúu y zenúes acompañados de gaitas, tambores alegres y llamadores, se dieron a la tarea de celebrar ritos ancestrales con el atrio de la Iglesia San Pedro Claver como principal escenario.

Poco después tendría lugar una eucaristía ecuménica sobre el perdón y la reconciliación, a cargo del sacerdote jesuita Francisco de Roux en compañía de varios líderes religiosos de otros credos.

Acto que era precedido por la presencia del presidente Juan Manuel Santos, acompañado de su esposa e hija, con el propósito de presenciar el encuentro de respiración colectiva por la reconciliación, a cargo de Álvaro Restrepo, director del Colegio del Cuerpo de Cartagena en plena Plaza de la Aduana

Con un total de 1.200 periodistas de Colombia y el extranjero acreditados, los 2.500 invitados fueron colmando la explanada del Centro de Convenciones de Cartagena, epicentro de la solemne ceremonia que tiene lugar este lunes y en el que desde hace varios días se vienen ultimando los detalles para el trascendental evento, a un costo estimado en 1.500 millones de pesos y uno duración proyectada de hora y media.

Destacaban en el escenario las figuras del Secretario General de Naciones Unidas,  Ban Ki Moon, Rodrigo Londoño Echeverri, o Timochenko –máximo líder de las FARC- y el presidente Juan Manuel Santos. Como testigos de excepción, 15 presidentes, 27 cancilleres, además el Secretario de Estado de los Estados Unidos, John Kerry, el Rey emérito de España, Juan Carlos I.

Poco antes de que se hicieran los últimos infructuosos ajustes al sonido –el cual registró protuberantes fallas al inicio de la ceremonia-, integrantes del Centro Democrático encabezados por el expresidente Álvaro Uribe Vélez y el exprocurador Alejandro Ordóñez Maldonado hacían ingentes esfuerzos por hacerse notar y aguar la fiesta de la paz.

Como si se tratara de emular una de las extensísimas misas en latín por las que Ordóñez profesa particular devoción, se daban a la tarea de recorrer el centro histórico de la ciudad amurallada en procura de emular inciertas procesiones  celebradas por la inquisición.

Del Castillo de San Felipe, pasaron a la estatua de la India Catalina, cuyo torso desnudo a lo mejor haría ruborizar sin razón aparente al otrora todo poderoso Procurador General de la Nación, para luego intentar atravesar el Camellón de los Mártires y ser finalmente conminados a desistir de su nuevo despropósito por pare de efectivos del Escuadrón Móvil Antidisturbios (Esmad).

Puesto que buena parte de las negociaciones estuvieron centradas en las víctimas, Presidencia facilitó el traslado de más de 25 de sus representantes  en tres aviones que arribaron a Cartagena procedentes de  Bogotá, Medellín y Cali, con personas que decidieron acompañar el histórico evento provenientes de Caquetá, Putumayo, Huila, Antioquia, Nariño y Valle. A su manera, representaban también a los 12 millones de personas en la extrema pobreza que actualmente sobreviven de milagro en todo el país.

A las 5 y 15 de la tarde hizo su entrada al recinto el presidente Juan Manuel Santos acompañado de una niña que le ayudó abrir la puerta con una llave colonial que abría una puerta para darles paso a los integrantes de los equipos negociadores del Gobierno y las FARC, acompañados por los presidentes invitados, así como de los garantes de Noruega y Cuba.

Las calles del Centro Histórico estaban tan custodiadas o solas como si tratara del rodaje de una película, y a medida que se acercaba la hora señalada hacían su aparición desde el presidente de la Cámara Colombiana de Infraestructura, Juan Martín Caicedo Ferrer, hasta la exreina de Belleza, Taliana Vargas, o el actor Diego Trujillo.

El himno nacional de Colombia fue interpretado por la Banda de Baranoa, Atlántico y en su punto de mayor temperatura las letras de este tema musical se convirtieron en un bálsamo reak.

El primero en hacer su intervención fue el Secretario General de Naciones Unidas, Ban Ki Moon, quien expresó que Colombia tendrá que ser fundamental en la construcción de la paz entre todos los colombianos ya vivir en armonía y que: “¡Colombia debe pasar la página, para buscar para que Viva Colombia, Viva la paz!”. Finalizada su intervención, cinco aviones pasaron desplegando nuestro tricolor.

"Nuestra única arma será la palabra", dijo el máximo líder guerrillero Rodrigo Londoño.

Sus palabras fueron antecedidas por los cantos de las albadoras de Bojayá quienes entre 2.500 invitados corearon de que sí se puede.

Ya con la insignia de la paloma de la paz puesta en la camisa guayabera de Timochenko por Manuel Santos, el máximo líder de las FARC dio inicio a su emotivo discurso con las razones para existir de la organización subversiva, para luego anticipar que desde aquél momento su  única misión será la de buscar la paz y vivir en la participación política.

Entre tanto mientras el líder guerrillero citaba una frase de Gabriel García Márquez consignada en sus memorias, cuatro francotiradores caminaban de sur a norte y en sentido contrario: “Me bastó con dar un paso dentro de la muralla de Cartagena, para verla en toda su grandeza a la luz malva de las seis de la tarde, y no pude reprimir el sentimiento de haber vuelto a nacer”.

La disertación de Timochenko siguió su curso y mientras afirmaba haber coronado el final del conflicto más antiguo de occidente, cuatro aviones caza-bombarderos lograron alterar su entusiasmo para luego transformar su rostro bajo una sombra del pánico que debía ser la constante amenaza de poder morir durante un bombardeo. “Estos aviones ya no vienen a descargar bombas porque se acabó la guerra”.

A su turno, el presidente Juan Manuel Santos expresó que acá debía estar también el fallecido Nobel Gabriel García Márquez, quien hizo varias gestiones en silencio para que se pudiera alcanzar la paz.

En el desarrollo del su discurso, Santos expuso que Colombia no merecía seguir viviendo en guerra, para luego rendir un sentido homenaje a los soldados y policías que lucharon de manera sacrificada y digna

De igual manera, el primer mandatario se refirió en que los Acuerdos que se firmaban allí constituían el definitivo silenciamiento de los fusiles, junto con  el fortalecimiento del campo, y la apertura en la participación política.

Santos también fue enfático en reconocer que pese a que todo pacto de paz es imperfecto, agradecía a los países garantes y acompañante como Noruega, Cuba, Chile, Venezuela; así como al esfuerzo del Comité Internacional de la Cruz Roja.

Justo cuando el presidente Juan Manuel Santos, el presidente número 59 de Colombia, despedía su intervención y mientras afirmaba que en nuestro país efectivamente cesaba la horrible noche, una fuerte brisa fresca y premonitoria traía consigo los nuevos vientos de paz, la Orquesta Sinfónica Nacional de Colombia entonaba El himno de la alegría y tanto el presidente Santos como el líder guerrillero Timochenko saludaban a los primeros asistentes de la primeras filas.

Solo resta que de los 33,8 millones personas habilitadas para votar por el Plebiscito el próximo domingo 2 de octubre voten a favor del Sí 4,4 millones de sufragantes, para que de una vez, y esta vez para siempre, podamos decir al fin junto con nuestro Premio Nobel que no seremos una estirpe condenada a vivir Cien Años de soledad, porque a partir de este lunes tendremos una segunda oportunidad sobre la faz de la tierra.

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