Censura en la capital

Censura en la capital

En Bogotá le cambian el nombre a exposición de formas genitales femeninas mezcladas con símbolos religiosos.

Por: Miguel Danilo Farías Cadena
agosto 24, 2014
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Censura en la capital
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La realidad religiosa es ya tan extraña para el estado artificialmente laico y neutral que decimos tener que los funcionarios ya no saben atacar ni defender la fe. Al final, toman el camino fácil de la cobardía.

Cuando el proyecto insigne de una administración es contruir una gigantesca estatua de Jesucristo para atraer el turismo en un país mayoritariamente católico y lograr crear un hito arquitectónico, lo más inexplicable que pueda suceder es que se pretenda negar su intención con argumentos absurdos para sostener que la imagen no representa a Cristo ni el nombre de "Santísimo" que da nombre al proyecto se refiera a Dios. Esto sucedió en Colombia, por el temor desatado por una demanda por una supuesta violación a la libertad de cultos. Finalmente, la obra se salvó porque el juez decidió que su finalidad no era imponer una religión, sino fomentar el turismo a través de un proyecto atractivo. Y que el Cristo es un Cristo y el Santísimo no es el departamento de Santander, sino Dios.

Un acto de cobardía similar e inexplicable lo protagonizan en Bogotá las directivas del Museo Santa Clara y, por extensión, del Ministerio de Cultura, quienes han tomado una posición difícil de sostener en una controversia bastante agitada. Una exposición programada para el día 28 de agosto exhibirá una serie de esculturas que imitan las custodias empleadas por la Iglesia Católica para exponer el Santísimo (el de verdad) para la adoración de los fieles. Pero en lugar de representar la Eucaristía, lo que la artista coloca en el ostensorio es la representación de una vagina.

El tema de la exposición es recurrente y exhibe una variedad de formas genitales femeninas mezcladas con símbolos religiosos católicos bajo el expresivo título "Mujeres en Custodia". Así se presentó en el Museo de la Inquisición en Cartagena y así se programó en el Museo Santa Clara en Bogotá. Pero tan pronto surgió la indignación popular de los creyentes, mágicamente las custodias dejaron de ser custodias, la exposición cambió de nombre por el de "Mujeres Ocultas" y la crítica aguda a la Iglesia se transformó en una exaltación del cuerpo de la mujer.

Ambas actitudes tienen un mismo nombre: Cobardía. Si usted va a elaborar una estatua de Cristo que supera en tamaño la del Corcovado en Río de Janeiro y con eso espera generar un impacto mediático y un atractivo turístico que está unido a una ambicioso complejo de servicios, luche por su idea y sáquela adelante. Si usted trae una controversial exposición sobre un tema claramente religioso que se expuso en un museo de historia religiosa para exponerlo en otro museo con un importante pasado religioso, entonces reconozca que el tema sí es la religión. De otro modo unos y otros no hacen más que el ridículo.

Si ambas decisiones generan controversia, bienvenida sea. Es muy fácil comprobar cómo la escultura del Santísimo santadereano puede generar un impacto turístico como lo hace la imagen brasileña que inspiró seguramente a los promotores y que es un auténtico símbolo de Río de Janiero en Brasil. El monumento es copiosamente reproducido (sin mayor indignación por parte de los no creyentes) en imágenes de promoción turística y de grandes eventos como el mundial de fútbol.

Lo que sí no es muy fácil de enfrentar es la polémica de las custodias y en esto casi que entiendo la cobardía de los promotores de la exposición. Las custodias hacen parte de los vasos sagrados que para los católicos están destinados de manera exclusiva a contener el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo. Una mujer atea, al ver las fotos de la exposición, me comentó: "Yo ya no soy creyente, pero prima el respeto. ¿Vaginas en un cáliz? ¡Qué arte tan estúpido!". Para ella fue evidente la intención de ofender y de beneficiarse del irrespeto a un símbolo sagrado como estrategia publicitaria para una expresión artística de dudosa calidad.

¿Por qué nos ofendemos los católicos? Porque los símbolos que representa son sagrados, incluyendo aquello que dice querer dignificar. Se equivoca por desconocimiento la artista si cree que el rechazo de su exposición se debe a que la Iglesia enseñe que el cuerpo de la mujer es malo. La Iglesia enseña desde sus inicios que el cuerpo es templo del Espíritu Santo, y que es sagrado. Ahora bien, como es sagrado exige delicadeza y respeto. Algo que resulta muy ausente en la exhibición descarnada, descontextualizada y burda de unas vaginas.

La mujer es mucho más que su cuerpo, y su cuerpo es mucho más que sus órganos reproductores. Mala defensa hace la artista de la dignidad de la mujer cuando también instrumentaliza su cuerpo - y precisamente la parte del cuerpo que es precisamente más explotada por el hombre - para atraer la publicidad fácil y barata de la exhibición pornográfica. Muy poco contribuye la exposición a pensar en la inteligencia de las mujeres y su aporte a la ciencia, a la sociedad y la formación de la cultura. Muy poco nos dice de sus habilidades sociales y emocionales, de su trabajo desinteresado e incansable por el bienestar de los demás y muy poco habla de la lucha por la igualdad de sus derechos. Al final, la mujer queda tristemente reducida a unas vaginas torpemente montadas en imitaciones de vasos sagrados. Por cierto, la otra exposición reconocida de la artista es básicamente igual, sólo que cambia las custodias por láminas repujadas de advocaciones de la Virgen. Ya pueden imaginar con qué recurrentes imágenes reemplaza los rostros.

No sorprende entonces que la exposición ofenda a los católicos que ven en las obras una caricatura de su fe que nunca se permitiría en contra de otras religiones como la musulmana porque - esa sí - sería considerada un irrespeto y una provocación. No sorprende que la exhibición ofenda a las mujeres - que son una gran parte de los más de diez mil firmantes que piden que se cancele - quienes ven cómo, una vez más, sus órganos sexuales son expuestos como atractivo morboso, descontextualizado de toda su realidad. No sorprende, finalmente, que la iniciativa ofenda a todos los que sienten que los valiosos recursos públicos no deberían ser empleados en un despropósito como éste.

Pero ante todo esto, resulta insufrible la actitud de los funcionarios. En lugar de enfrentar con valentía la controversia que causaron, intentan imponernos un argumento que repugna al intelecto: que las custodias no son custodias, que el tema religioso no es religioso, que la polémica no existe. Que no se puede entender cómo alguien puede resultar ofendido. Acabarán diciendo que la controvertida exposición, entonces, nunca existió.

Y sin embargo, ahí esta, programada para iniciar en la fiesta de San Agustín en el museo del histórico Monasterio de Santa Clara. Si es que los ciudadanos indignados lo permiten.

La historia completa de la controversia con vínculos a los artículos de prensa y actualizaciones la pueden encontrar en la iniciativa de recolección de fimas contra la exposición:

http://www.citizengo.org/es/10249-abstengase-autorizar-y-realizar-exposicion-mujer-custodia?sid=NDI3ODA3NDAzNTE0MzY%3D

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