Así transcurrió el cuarto día de Paro Agrario

Así transcurrió el cuarto día de Paro Agrario

Más de 70 mil personas, entre campesinos, indígenas y afros, se movilizan en 15 departamentos del país

Por: Milena Ochoa
junio 03, 2016
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Así transcurrió el cuarto día de Paro Agrario

3.600 campesinos están apostados en la Ruta del Sol. Vienen del Catatumbo, del sur del Bolívar y del Centro del Cesar. La mayoría están en dos pequeños corregimientos llamados Besotes y La Mata, en La Gloria, un poco al norte de Aguachica, donde históricamente los manifestantes han plantado sus banderas y montado sus carpas y techos plásticos para exigir que los escuchen; pero sobre todo para exigir que los respeten. Porque en esta zona la gente ha creado su propia institucionalidad; la mayoría de las obras públicas en la región las han hecho las propias comunidades campesinas; y las redes de intercambio de productos se han construido en décadas de desarrollar un proyecto de economía popular. Eso es lo que quieren que les respeten.

Llevan años visitándose con los indígenas del Cauca. Sienten que en eso de experiencias de autonomía territorial se parecen mucho. Y se sienten hermanos. Cuando los indígenas de la Asociación de Cabildos Indígenas del Norte del Cauca ACIN propiciaron la creación del Congreso de los Pueblos, los agromineros del sur de Bolívar se sintieron en su salsa hablando de los mismos temas; hubo unas 15 delegaciones para intercambiar experiencias. Al medio día de este jueves 2 de junio hubo un silencio raro que no entendíamos los de afuera. Entonces nos dijeron que habían matado a dos indígenas en el norte del Cauca, a tiros, los del ESMAD. Pero no era silencio, según supimos. Se notaba una rabia infinita, calentada por un sol impenitente. Varias personas preguntaban por los nombres, para confirmar si eran conocidos de ellos, allá, a 1.700 km de distancia. Fue una señora de 40 años la que me confirmó la noticia: “se llamaban Gersaín Cerón y Marco Aurelio Díaz”. El comunicado era de la ACIN, pero los indígenas asesinados son de Caldono, un poco más al sur, donde hay unos 2.000 indígenas bloqueando la Vía Panamericana desde hace 2 días en un sitio conocido como Rosal; los disparos fueron de fusil. La Minga estaba conmocionada.

01-06-2016 El Charte vía Yopal-Aguazul Casanare

Me comentaba un periodista extranjero con el que nos cruzamos en el camino que es raro que las agresiones del ESMAD no hayan causado más muertos estos días de la Minga. Todo el miércoles 1 y el jueves 2 estuvieron realizando acciones para asustar o dispersar a la gente movilizada. En Mumbú Playa de Oro, en Tadó, en dos ocasiones usaron retroexcavadoras para destruir los sitios de dormitorio de la gente; la primera vez produjeron 4 heridos, la segunda fue en la madrugada de este jueves mientras unas 500 personas dormían; una llamada telefónica de un manifestante confirmó el dato: “dañaron la comida y destruyeron las pimpinas de agua”. En Sahagún (Córdoba) y Riosucio (Caldas) pasó otro tanto con los indígenas zenúes y emberas; niños atropellados, mujeres golpeadas adrede en el rostro, intrusión en casas, granadas aturdidoras, balas de goma. Entre la Agustina y Rosal en el norte del Cauca todo el miércoles hubo arremetidas violentas del ESMAD. No me extrañó que los manifestantes dijeran que “la represión del miércoles fue la cuota inicial de las muertes del jueves”.

Uno de los más afectados por la muerte de los mingueros del Cauca es un hombre de unos 75 años, que vi montado como parrillero en una moto. Es muy reconocido porque va y viene entre La Mata y Besote; todos le dicen Don Gabriel. “Así la paz se vuelve muy complicada”, me dice triste y en voz baja. La tristeza de los viejos es muy difícil de describir, y más de escribir. Se repone, porque luego le toca a Don Gabriel ponerse a coordinar tareas. Resuelve problemas de alimentación, de agua y de política, como si se tratara de lo mismo; “es la misma vaina”, me dice luego como si me leyera el pensamiento, “sin comida y sin vivienda y sin transporte, no hay poder popular, y menos sin agua”, con lo que me recuerda que los acueductos comunitarios son parte de los proyectos de economía propia más importantes que deben defender en esta Minga Étnica y Popular que llega ya al cuarto día. Don Gabriel es enfático: “El gobierno ayer en la mañana pidió perdón en una emisora porque las ayudas no nos llegaron a los campesinos; pero nosotros no estamos peliando por ayudas, no somos limosneros; estamos exigiendo es que se acuerde con nosotros una política agraria y minero-energética, que le sirva al país y a la paz; y por eso la negociación tiene que ser nacional y no por puchitos de plata… y tiene que ser respetando el derecho a protestar, porque si no, ¿cómo hablamos la paz?”.

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Más al sur, en San Martín, también en el Cesar, había otros 400 manifestantes, que se fueron para La Mata. Y otros 1.200 se han concentrado en La Lisama, un lugar que queda en la carretera entre Barrancabermeja y Bucaramanga; y otros 300 en Pinchote. Son de las mismas organizaciones del nororiente colombiano que se han comprometido fuertemente con la movilización, principalmente el Comité de Integración Social del Catatumbo CISCA y la Comisión de Interlocución del Sur de Bolívar y Centro del Cesar; esta última agrupa a un sinnúmero de comunidades y organizaciones de campesinos y pequeños mineros comprometidos con una producción sustentable. A su modo, han resuelto los problemas de agua y comida en esta Minga. Ahí un muchacho de unos 20 años se deja entrevistar pero me dice que no aparezca su nombre; “¿pa’ qué?, eso solo sirve para que el gobierno luego nos joda y nos encarcele”. No digo nada, porque tiene toda la razón: un par de días antes, en Gamarra, habían detenido a 2 líderes de la Comisión de Interlocución. Le pregunto por qué está en la Minga. Se arregla el cuello, como para una foto, y me dice muy convencido: “por el reconocimiento del campesinado como sujeto de derechos, que está impulsando el senador Castilla”. Me sonrío por la formalidad, y le digo que parece muy serio y como diciendo una lección. Suelta la carcajada, y entonces sí, sin ceremonia me dice “es que en el Censo Agrario no dejaron que apareciéramos los campesinos, eso es una tochada de esos funcionarios”. Se refiere a que en ese Censo, que pretendía conocer cómo estaba el campo colombiano, el gobierno se opuso con manos y dientes a que se le preguntara a los entrevistados si eran campesinos o campesinas.

Me contaba la gente del sur de Bolívar que este miércoles primero de junio tuvieron un gran susto. Unos 400 manifestantes, entre ellos un montón de muchachitos y varias mujeres embarazadas, venía a sumarse a estas concentraciones de la Carretera Privada de Vargas Lleras, como le dicen en la zona a la Ruta del Sol por el montón de peajes que han instalado y quieren instalar. Ya estaban por los lados de Gamarra, un puerto sobre el río Magdalena, cuando la fuerza pública les impidió que sus vehículos avanzaran por la carretera. ¿Por qué no los dejaron pasar si el gobierno dijo ese mismo día que respetaba la protesta? Ni idea. Aunque a nadie le sorprendió, porque saben que el gobierno tiene por profesión decir una cosa y hacer la contraria. “Lengua de serpiente”, decían los indígenas de norteamérica, para referirse a los gobernantes blancos de los Estados Unidos que hablaban de justicia divina mientras los exterminaron casi a todos. ¿Qué hizo la gente? Simple: siguieron el camino en chalupas por el río Magdalena para acercarse a los sitios de concentración. Ya en el río Magdalena, las naves Pirañas de la Armada pasaban a grandes velocidades para asustarlos, pero también poniéndolos en riesgo de volcamiento. Y como si fuera un concurso de cuentachistes, a la una de la tarde bloquearon las chalupas a la altura de un finca llamada La Florida, y los acusaron de no tener chaleco salvavidas. Poco sirvió que la gente les dijera que los habían obligado a coger esas chalupas.

Todo el día de miércoles y jueves fue así. Ministros y viceministros en Arauca, Caldas, Putumayo, Cauca y Valle, diciendo que querían negociar, que estaban dispuestos a cumplir. Varios líderes locales nos decían que los vices habían ido a dividirlos, pero que habían “tacado burro”, porque la gente les exigió que la negociación fuera nacional. Me decía Jimmy Moreno, uno de los voceros del Congreso de los Pueblos, que si no fuera porque los conocemos, “daría la impresión de que hablaban en serio”.

Entonces el jueves llegaron 5 ministros a La María (Piendamó), diciendo que tenían disposición de diálogo. En eso estaban cuando se supo la muerte de los mingueros indígenas. Efectivamente. La gente vio la lengua de serpiente.

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