“¿Y quién no ha sido víctima de la violencia en este país? Yo también como la gran mayoría de los colombianos lo he padecido, cualquiera puede serlo, pero esto se trata de reconocer las capacidades que tenemos para hacer la paz.” Con esa frase me recibe Claudia Paola Cubillos, una muchacha que habita en La Montañita, municipio ubicado al norte de Caquetá. Ella fue una de las participantes del encuentro que la Legión del Afecto organizó para concientizar a la comunidad y sus visitantes sobre del cuidado de la naturaleza y la biodiversidad el pasado 8 de noviembre.
En aquella tarde calurosa, un grupo de 300 personas, habitantes de la Montañita, Simón Bolívar, La Alternativa, Las Brisas, e incluso de La Unión Peneya, llegaron a la quebrada del sector Las Lajas, con el entusiasmo de quienes saben que están cumpliendo con un papel importante en el cuidado del mundo.
Foto: Lilit Lobos
Además de entusiasmo, llevaron consigo retoños del árbol del Carbón y trozos de madera para hacer cercos alrededor de los retoños que les protegieran de animales de pastoreo que caminan libre por la zona.
Los asistentes disfrutaron de una obra de teatro en pleno césped, de donde surgieron la Madremonte, el Mohán, el Duende, la Candelilla, La Boa y el Chiquinima (hombre-tigre), personajes de la oralidad caqueteña, amazónica y de la cosmovisión indígena que invitaban con sus enseñanzas a cuidar la naturaleza.
Allí Claudia rió, como ríen todos con las ocurrencias de los personajes, y aprendió sobre la importancia del cuidado del agua, y de cómo con la siembra de esos árboles se estaría evitando sequías futuras, así estarían brindado agua fresca para los años venideros, cuando los que ahora son los pequeños habitantes de La Montañita tuvieran sus propios hijitos.
Foto: Lilit Lobos
Se sembraron los retoños del árbol Carbón, o más conocido como “Oreja de elefante”, que por la forma de sus raíces protege las riveras de las quebradas; se acompañaron con letreros para concientizar a los visitantes y se realizó una recolección de basuras por las playas de la quebrada.
Al llegar la noche Claudia y los participantes se reunieron en la playa alrededor del fogón para contar historias del lugar, rememorar la grandeza de la quebrada antes que las deforestaciones dadas en la parte alta de la cordillera ocasionaran la disminución del nivel del agua y el arrastre de sedimentos, con lo que se ha ocasionado que los bordes de ésta se hayan ido cayendo y la sequía comience a amenazar.
Al finalizar la jornada, los participantes del encuentro regresaron a sus hogares con el regocijo de haber sembrado los retoños que protegerán la quebrada y por la oportunidad de compartir la palabra con el vecino después del silencio al que se ven llevados por las constantes acciones bélicas en su territorio, como el enfrentamiento entre el frente 15 de las FARC y el Ejército colombiano el pasado julio.
Regreso a su casa, Claudia se despide diciendo “Me sentí formando lazos de unidad, porque con mi participación estoy aportando a la protección de la biodiversidad. Estoy haciendo parte de un hecho social de paz, porque no se trata solamente de dejar de matar a otros. Hacer la paz es compartir entre personas que nunca antes se habían hablado para a través del cuidado del medio ambiente rescatar la vida; porque sin agua las los animales, los árboles y las personas mueren.”
