Andrés Caicedo: El primer hípster latinoamericano

Andrés Caicedo: El primer hípster latinoamericano

En la Cali de la década del setenta, muchos años antes de Facebook y youtube el escritor lo sabía todo sobre literatura, cine y los Rolling Stones

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septiembre 29, 2014
Andrés Caicedo: El primer hípster latinoamericano

“El escritor con cara de estrella pop o el primer hipster latinoamericano”, así llama Alberto Fuguet a Andrés Caicedo. Y aunque ser tartamudo, torpe, escuálido, desaliñado e ingenuo no es propio de un hipster y mucho menos de una estrella pop, ese tinte enamoradizo, rebelde, fatalista y maldito, hace que Caicedo encaje en la imagen de Fuguet.

Mucho se ha dicho sobre el hecho de que Caicedo decidiera suicidarse el día que tuvo en sus manos la edición de su primer libro. Miguel Gonzales (uno de sus pocos buenos amigos), dijo que la intención de Caicedo con el suicidio era hacer de ¡Que viva la música! algo significativo. Cierto o no, para el 4 de marzo de 1977 (día en que se suicidó) hasta finales de los noventa, el morbo generado por el suicidio, los temas del libro (sexo, psicodelia, música, amores imposibles…) y los intentos de algunos por sacar a la luz pública otros escritos de Caicedo y por editar ¡Que viva la música! en otros idiomas, sólo lograron conseguir un pequeño número de seguidores que para ese periodo no salieron del país, y difícilmente de Cali.

Andrés Caicedo era un donnadie. Al inicio de Unos pocos buenos amigos1, le preguntan a los Caleños si saben quién es Andrés Caicedo, el resultado da risa: a la mayoría el nombre ni se les hizo conocido, sólo una persona respondió: “era el nadaísta”, no el escritor, ni siquiera el crítico de cine, no, “el nadaísta”.

La huella de la obra de Caicedo quedó sólo en las personas del Cineclub y la Casa Solar de Cali (lugares que existieron gracias a su intervención), en los inicios del movimiento audiovisual vallecaucano y en Unos pocos buenos amigos. Allí reposaban las ideas de su obra vanguardista. Allí estaba la memoria de su afán por interpretar la vida y no estar ahí, siendo un simple espectador.

Caicedo

Del Caicedo anónimo al vedette

¿Qué pasó para que Caicedo ocupara el lugar que hoy tiene en la literatura? ¿Qué hizo para convertirse en una moda? ¿Por qué encontramos su nombre en tantos lugares?

El boom latinoamericano de figuras como García Márquez y Vargas Llosa es uno de los culpables. En los años 90 surge el post boom, que está en contra del posicionamiento del realismo mágico y pretende mostrar una imagen más urbana de los escritores latinoamericanos. Y así Caicedo hubiese nacido en la época de García Márquez y Vargas Llosa, sería en la de Fuguet, Mendoza y Chaparro que sus historias tendrían cabida.

Luis Ospina fue uno de los encargados de compilar y lograr que publicaran otros textos de Caicedo, pero fue Fuguet quien luego de sentirse plenamente identificado con Andrés, dio la estocada final para que el vallecaucano llegara a este siglo publicando en el 2008 Mi cuerpo es una celda (que viene siendo la autobiografía de Caicedo armada por otro). En ese mismo año Norma reeditó ¡Que viva la música! y Alfaguara desde el 2012 hasta hace unos pocos meses, ha publicado dos de sus obras.

Moda vs huella

Existen dos clases de lectores de Caicedo. Los que no han leído cosa alguna escrita por él, o que si lo han hecho seguro que no han pasado de las primeras páginas y que, no obstante, atesoran los libros del suicida adicto como atesora un creyente su evangelio: con ciega fe. Hay otros, los lectores, que encontraron cercanía en sus historias y de paso sintieron el calor de una tarde en la sexta de Cali, comiendo raspao mientras entendían su amor y decadentismo.

Una vez Caicedo dijo: “No importa lo popular que uno sea sino la huella que deje”. Los lectores de la primera clase ya mencionada, se enamoraron del vallecaucano y salieron a gritar su amor así como hace unos días repetían ¡Trip, trip, trip! por Chaparro y su opiazo, y mañana estarían cuestionándose por las técnicas de masturbación de un adinerado superhéroe sin poderes.

Caicedo llega a la vida de muchos adolescentes y los encanta de la misma manera que lo hizo con Fuguet. Muchos se sienten identificados con su carácter revolucionario, su psicodelia, sus ideas sobre la vida, sus gustos y hasta con sus gafas. En la histeria de este amor, convierten a Caicedo en una moda, en el escritor más popular y con más fanaticada entre los adolescentes.

Pilar Quintero, en su columna para Soho Supongamos que… Andrés Caicedo estuviera vivo2, afirma que los miembros de la moda caicediana habrían acabado con la integridad intelectual de su ídolo, también da a entender que los únicos beneficiados han sido los amigos que se dedicaron a promocionar su obra, porque de no haber sido por esta labor, hoy no tendrían el reconocimiento que gozan. Valeria Luiselli, con El mito Caicedo3 para Letras Libres, dice que gracias a todos los escándalos y a la exposición mediática, la gente fijó su mirada en las fijaciones de Caicedo y no en su ejercicio literario, y que gracias a esto hoy tiene un prestigio que no merece.

Creo que no me equivoco cuando digo que todos los amantes de Caicedo estarían de acuerdo con que todo hubiese sido mejor sin la existencia de esta moda. Pero… ¿qué habría sido de la huella de Caicedo sin esa popularidad que nunca deseó, sin el escándalo mediático y sin los miembros de la moda caicediana que aborrecemos hasta los que no somos amantes de su obra?

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Seguramente usted no estaría leyendo esto y tampoco tendría la oportunidad de encontrar en cualquier librería la nueva edición de ¡Que viva la música! y otras de las obras de Caicedo. Y seguramente hoy nuestro protagonista no tendría la oportunidad de que la gente empiece a leer su obra no por esnobismo, sino para evaluarla y reconocerla sin dejarse llevar por los elogios de unos y las críticas de otros. Hoy que se cumplen 63 años de su nacimiento, gracias a la popularidad que tanto odió, el muerto Caicedo tiene la posibilidad de dejar una huella que no logró en vida.

Ahora bien, si con esta oportunidad usted sigue atraído por la popularidad de Caicedo, lo invito a que viva una vida “chocoloca” hasta que cumpla los 25 y tenga que tomarse 60 barbitúricos.

 

Por: Daniela Valderrama Santos - Estudiante de Comunicación social-periodismo. Universidad del Quindío.

 

 

  1. Unos pocos buenos amigos. Documental realizado por Luis Opina, hecho como homenaje póstumo a Andrés Caicedo en el año 1986. Este documental muestra la realidad de la vida y obra de Andrés Caicedo desde el punto de vista de sus amigos y familiares.
  2. Supongamos que… Andrés Caicedo estuviera vivo. Pilar Quintero asegura que Andrés Caicedo es grande por sus escándalos y que de no haber sido por estos, hoy no sería más que un nadaísta.
  1. El mito Caicedo. Valeria Luiselli compara a Caicedo con otros escritores y cantantes que se convirtieron en leyenda gracias a su suicidio. También considera que el éxito de Caicedo, gira alrededor de las estrategias mercadotécnicas de las editoriales, la insistencia de los groupies porque su obra no da lugar a una cadencia legible y tiene una cuestionable calidad literaria.

 

 

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