Alberto Assa: El Concierto del Mes (II)
Opinión

Alberto Assa: El Concierto del Mes (II)

Noticias de la otra orilla

Por:
abril 09, 2016
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Decía yo en mi columna anterior que la primera vez que yo fui a uno de los Conciertos del Mes del profesor Assa fue a finales de 1976, un par de meses después de haber llegado a estudiar a Barranquilla Filología e Idiomas en la Universidad del Atlántico. Fue en Bellas Artes y era un concierto del maestro curazaleño Harold Martina, que a la fecha, según el programa de mano, había participado en 13 ocasiones en el Concierto del Mes; es decir, casi desde los comienzos históricos del mismo.

Martina, pianista ciertamente extraordinario, fue quizá el músico que más veces repitió honores en el marco de la que puede asegurarse, sin temor a equivocaciones, que es quizá unas de las instituciones musicales más importantes del país. La razón de su apreciada reincidencia está  de seguro en su impecable técnica y en el dominio de un repertorio clásico sin fisuras, como se sabía que era el exigente gusto musical del profesor Assa.

Ha habido otros intérpretes que también han repetido muchas veces sus presentaciones, pero que tal vez no alcanzan el número de participaciones de Martina. Pienso, por ejemplo, en la rusa Tatiana Pavlova, y más recientemente en el tenor colombiano Valeriano Lanchas y en Sergei Sichtkov, este último joven pianista ruso también radicado en Colombia, que gozaba de alta estimación y preferencia de doña Nuria Munt de Assa, la viuda del maestro. Ambos siguen actuando a menudo en el CDM.

Muchos de ellos eran y siguen siendo músicos de primer nivel que valoraban el esfuerzo denodado del profesor Assa en la realización de esta actividad musical, reconocían la importancia cultural del Concierto del mes, y se ofrecían en venir a la ciudad aceptando modestos honorarios, seguros también de que un público conocedor les garantizaba respeto y valoración de sus conciertos. Y así era. Y sigue siendo.

miguel 1 y redes

Mozart, Beethoven, Weber y Shumann, de la mano de Harold Martina fueron los que me dieron entonces la gran bienvenida musical a esta ciudad de Barranquilla. Por eso estoy unido aún, entrañablemente, a estos conciertos, a los que en años recientes he fallado un poco por vivir a las afueras de la ciudad.

La experiencia fue tan grata, que pasados los ruidos de aquel fin de año, ya a finales de enero del 1977 estaba listo para ver por primera vez al pianista alemán, radicado en Barranquilla, Gunter Renz, acompañando a alguien que después conocería como un gran referente de la música clásica y popular en Barranquilla, el cellista Guido Perla; pero recuerdo que esa tarde un bus salpicó de agua sucia mi ropa y tocó devolverme a casa.

En febrero de ese mismo año, y a contratiempo de la brisa y los tambores de carnaval, el Concierto del Mes invitaba a la soprano colombiana Carmiña Gallo acompañada al piano por Teresita Gómez, a quienes yo ya conocía juntas e independientemente a instancias de mi padre en los conciertos que escuchábamos juntos en la Radiodifusora Nacional de Colombia, pero que aquí vería en persona. Yo aprendí a querer a Teresita por la bella historia de sus inicios desde niña, y porque era una de las más excelsas intérpretes de Adolfo Mejía.

El programa estaba hecho de músicas de Schubert, Wolf, Puccini y Verdi, y del colombiano Jaime León; pero me quedó en el alma la versión que hicieron del Summertime de Gershwin (que venía en un paquete de compositores norteamericanos), porque sencillamente me devolvía la experiencia de haberla escuchado por primera vez en las voces de Ella Fitzgerald y Louis Armstrong. Es decir, una música, el jazz, que, como después aprendería, no hacía mucha gracia al profesor Assa, aunque algunas veces permitió que llegara también al escenario del Concierto del Mes.

Pero aquello fue subiendo de nivel. El concierto de marzo de 1977 traería para mí la enorme alegría de escuchar en vivo una guitarra clásica, y el regalo venía de las manos de un guitarrista argentino de nombre Miguel Ángel Girollet, que traía piezas maravillosas de Alonso Mudarra, Robert Earle, Sir John Smith, Dowland, danzas españolas del siglo XVIII, Bach, Abel Carlevaro, Antonio Laura, Martin, Turina y Leo Brouwer.

Conociendo la debilidad de mi padre por la guitarra, aquella noche en el teatro de Bellas Artes recordé que había sido él el que un día me habló de la existencia del Concierto del Mes. Él, que había estudiado cello en Bellas Artes y había conocido a Biava y a Neuman, y había vivido también  en Barranquilla a finales de los años 60, de seguro conocía los conciertos de esos años y los había disfrutado.

Mi colección de programas de mano la cedí hace algunos años al Centro de Documentación e Investigación “Hans Federico Neuman” de la Biblioteca Piloto del Caribe, y ahora que la reviso me sirve para reactualizar una experiencia que sigue viva y vigente en la ciudad como uno de los grandes legados culturales de Assa.

*En mi columna pasada una mala digitación equivocó la fecha en la que Assa llegó a Barranquilla: no fue en 1957 sino en 1952.

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