Al trabajo en cicla
Opinión

Al trabajo en cicla

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enero 06, 2015
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Cuando algo se pone de moda, la gente termina haciendo todo tipo de ridiculeces. Hacen yoga para iluminarse, dejan de comer carne para purificarse, y ahora hasta les ha dado por sembrar tomates y albahaca en terrazas, dizque para enamorarse.

Sin embargo, la más ridícula moda en las ciudades colombianas tiene que ver con el viaje diario hacia el trabajo. Los ecologistas contemporáneos continúan con su invasiva marcha hacia todos los detalles de nuestras vidas, y ahora les ha dado por complicar algo tan sencillo como el trayecto diario hacia la oficina. ¿A quién se le ocurre sugerir que cambiemos la comodidad de nuestro carro con climatización automática, por una débil bicicleta? ¡Pavoroso!

Aunque usted no lo crea, ya empiezan algunas entidades gubernamentales a hacernos la vida difícil a quienes —como yo— solamente pedimos ser reconocidos con un amplio parqueadero reservado en el sótano. Los ciclointensos de EnCicla, por ejemplo, están convencidos de que pueden convertir a los perezosos políticos de Antioquia en ciclistas diarios hacia el Centro Administrativo de la Alpujarra. Además de diseñar rutas específicas para que los servidores públicos vayan en caravana hacia el trabajo en las mañanas, y luego hacia la casa en las tardes, los acompañan en el camino, y de ser necesario, les prestan bicicletas. ¡Qué alcahuetería!

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Gente rara que va al trabajo en bicicleta. Foto: EnCicla.

Afortunadamente, aunque debo aceptar que son miles los nuevos ciclistas, en la capital de cemento de los paisas, han sido pocos los funcionarios que han aceptado bajarse de sus 4 x 4. Es obvio, así los tacos sean insoportables por todas las vías principales de la ciudad, así uno  se sienta agobiado por la energía negativa de los conductores enfurecidos, nadie me puede negar que tener carro diesel es la mejor manera de demostrar nuestro poder. Más aún, ese es el tipo de políticos que deberíamos admirar en Colombia: políticos potentes, cuya mera presencia nos permita soñar con seguir los estilos de vida poderosos, que montados en pesados camiones con vidrios oscuros, ellos representan.

Ante esta eventualidad, esa pequeña oficina de creativos que les menciono —EnCicla—, insiste en incomodarnos con sus juegos. Los espías de Mendoza en el bajo mundo político de la comuna 11, nos hacen llegar los datos de la siguiente estrategia: empezarán a ofrecerle incentivos directos a quienes acepten dejar el carro en casa, para llegar al trabajo en bicicleta. Se habla de regalar 30 minutos más de almuerzo para los ciclistas, de generar horarios de trabajo especiales, además de entregar regalos (en forma de bonos de descuento, estadía en centros de recreación, y días de sol) a quienes caigan en

la trampa de los pseudoecologistas.

Matilda fue de las primeras en montarse a la cicla. Foto: EnCicla.

Matilda fue de las primeras en montarse a la cicla. Foto: EnCicla.

Hasta ahí, no me preocupa mucho que logren convencer a nuestros honorables políticos. Sin embargo, el último componente de esa nueva estrategia ciclótica, incluye la única herramienta que ha demostrado ser absolutamente infalible para jugar con la gente: dinero. Buscan convencer a los funcionarios públicos para que se monten a la bicicleta en sus viajes diarios de trabajo, de corbata y tacón, ofreciéndoles directamente un incentivo económico. Ojalá estos sean solo rumores falsos de los aliados de Mendoza, porque de ser cierto, podríamos empezar a ver a nuestros funcionarios, rebajándose de estatus, bajándose de sus poderosos carros, y montándose en tímidas bicicletas, todos los días. ¿Es ese realmente el ejemplo que queremos que nos den nuestros gobernantes?

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¿Puede ser agradable esta práctica urbana? Foto: EnCicla.

Ya lo sé, muchos comentaristas de este foro me tildarán de resentido, pero la verdad no me queda claro de dónde sale tanta gente racional, tantos académicos, tantos periodistas de izquierda y derecha, insistiendo con el mismo tema. Salen los actrices de nuestra farándula a rodar por las ciclorrutas en sus bicicletas plegables adornadas; salen los ejecutivos jóvenes a exhibir sus bicicletas eléctricas; y ya algunas empresas (entre estas Sura) empiezan a quitar celdas de parqueaderos para organizar atractivos módulos de prestamos de bicicletas urbanas para sus propios empleados. Señorita lectora, ¿se imagina esta ridiculez en su oficina?

 Publicada originalmente el: 19 de agosto de 2014

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