'A nosotros nos desplazó el Gobierno'

'A nosotros nos desplazó el Gobierno'

Hablan los despojados de La Jagua por el proyecto hidroeléctrico El Quimbo (Huila)

Por: Juan Guillermo Osorio
julio 28, 2015
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'A nosotros nos desplazó el Gobierno'

"Siento que el corazón se me va a salir del pecho", son las palabras que pronuncia José Ángel Ávila Ramos. Una llamada palidece su rostro después de seis años de resistencia. El momento que tanto había temido estaba ocurriendo y él no se encuentra allí para impedirlo.

“No podré olvidar aquella mañana del 26 de mayo de 2015”. Su hermano le decía por teléfono: "A las Juntas ha llegado Emgesa con grupos del Esmad y la policía, ¡José, nos van a desalojar!". El anuncio cae como un baldado de agua fría; José se mueve de un lado para otro sin saber qué hacer. Pensamientos y reclamaciones cruzan por su mente. Él, junto con sus compañeros de resistencia, se encuentran en Neiva, no ha quedado persona alguna en La Jagua que pueda impedir la acción.

Ávila Ramos, campesino de rasgos fuertes, pausado al hablar, mirada segura y tez trigueña, producto de las largas horas del jornal, nació en la región de Aguas Calientes, perteneciente al centro Poblado La Jagua, municipio de Garzón, Huila.

Fue uno de los opositores al proyecto hidroeléctrico El Quimbo. Desde la llegada de la multinacional se sabía que eso no iba ser un progreso para la región. Hemos estado resistiendo por amor a las tierras donde nos criamos, toda una vida construida a punta de esfuerzo y trabajo. No hay tiempo para llorar, la chiva que los trasporta parte rumbo a pueblo de brujas, es hora de afrontar la difícil situación.

Recorrer las calles empedradas de La Jagua, observar las casas casi detenidas en el tiempo da una sensación de tranquilidad, de la cual tan solo ha quedado un recuerdo desvanecido por los cambios abruptos generados con la llegada de la firma española Emgesa, a territorio Matambo.

Desde el setenta hasta hace dos años la vida en La Jagua era muy tranquila. El trabajo abundaba y el empleo era bien pagado para todo el mundo, ya que en ese entonces eran varias las fincas en la zona. Hoy la gente se ha ido, solo quedan unos pocos a los que les dieron las cinco hectáreas.

–¡Mire! nosotros contábamos en La Jagua con buenas parcelas como La Cañada, Miraguas y Villa Fernanda, allí trabajaban cuarenta personas por mes. En diciembre, como mínimo, había 12 trabajadores con la vaina del arroz que era lo último que se sembraba, entonces quedaban solo los regadores. Ya en febrero había trabajo para toda la gente, pero eso se acabó.

Las tierras fruto del trabajo en familia

En el 66 nos vinimos a vivir a La Jagua, durante la presidencia de Pastrana dieron préstamos para comprar tierras. Mi papá fue uno de los que se metió a comprar, así inició a hacer contratos de arroceras y limpia de plataneras, en eso se la pasaba él, haciendo sembríos por toda la zona de La Jagua. Nosotros andábamos con él para todos lados, tenía 12 cuando mi padre, con un préstamo de la Caja Agraria, compró el predio Las Juntas, tierras que ahora nos expropiaron.

-Una lucha, trabajo arduo por el que tuvieron que pasar para conseguir el terreno, se levantaban a las cuatro de la mañana para ir a ordeñar. A las ocho, el menor de los Ávila estaba listo para ir a la escuela a las cuatro de la tarde; salía directo a darle comida al ganado y realizar labores del jornal, “el descanso de uno era por ahí a las ocho cuando llegaba a la casa y ¡ahí sí! - a hacer tareas por eso yo casi no estudie nos dedicamos a ayudarle a papá a pagar las tierras que había comprado”.

Con mi familia sembramos cultivos de papaya, maracuyá, maíz, tomate, ahuyama, pepino cohombro, habichuela, yuca, plátano, de todo hubo en esa vega. Cuando la empresa vino a hacer las primeras reuniones nos dijeron que no sembráramos más porque eso iba a ser perdido, quedamos con el peladero; lo único que quedó fue pasto y árboles de mata ratón para las vacas de ordeño.

  • Con el apoyo de uno de sus hermanos, y con el ultimo préstamo que le haría el Banco Agrario don José, compró más ganado, “le jalamos al negocio del ganado. Como la vega está a la orilla de la carretera, era toda una vitrina. Se enamoraban del ganado y de una compraban”.

-Para uno es muy duro y no me cabe en la cabeza, tanto que uno se ha jodido para que venga un día un aparecido y le diga lo suyo vale tanto, como si a uno eso se lo hubieran regalado. Es todo un sacrificio el que nosotros hemos hecho.

Recorriendo Las Juntas

Bendecido por dos ríos, el predio las juntas es uno de los puntos de encuentro del río Suaza con el Magdalena, de allí su nombre. Vegas ricas en agua, tierras fértiles en las cuales se da todo tipo de cultivos. Se enfunda su machete, toma el sombrero y agarra camino, son menos de diez minutos de la casa a la finca.

-Con decirle que no había vuelto a bajar por estos lares, me da mucho guayabo ver destrozado lo que con tanto esfuerzo construimos, siempre templado, son pocas las veces que este campesino de pura cepa deja ver algo de debilidad.
-Seguimos caminado, más adelante un cerco de púas indica que hemos llegado
-El predio ahora es propiedad de Emgesa, nos lo arrebató con la complicidad del Gobierno colombiano. Y no es para menos: en el país hoy impera una legislación pensada para el despojo, arrasan con todo dando prebendas y garantías a empresas multinacionales para que hagan a sus anchas lo que quieren en el territorio.

-Ya no queda ni la sombra de lo que podía observarse cuatro meses atrás: vacas pastando en el predio, el habitat ideal de distintas especies de aves y anfibios. Ávila esquiva la mirada, no puede detener las lágrimas, después de un largo silencio comenta que estas eran las mejores tierras pues están cerca al río. Cuando a usted le dicen le vendo un pedazo de vega pues se pone contento porque ahí se le da de todo. En otras tierras son varios los cultivos que no se dan como el plátano o la yuca, las vegas son de primera calidad; uno aquí que ha vivido sembrando, sabe en qué tiempo se dan las cosechas, si hay que echarle bastante o poquita agua todo eso le va aprendiendo uno a los cultivos.

"Yo he trabajado siempre en la agricultura y ganadería. Cuando mi padre compro Las Juntas nos pusimos muy contentos, pues quedaba cerca al pueblo y ya teníamos la finquita donde trabajar, eso le da mucha alegría a uno vivir aquí, es que ese punto para nosotros era bendito, es sagrado porque imagínese ahí cerquita de La Jagua iba uno y ordeña salía a desayunar y volvía otra vez a trabajar sin ningún afán de tener que irse tan lejos."

El gobierno nos desplazó

"El mismo Gobierno es quien nos está desplazando, al permitir la instauración de esos proyectos. Yo le decía a esos abogados que la plata no es todo en la vida, porque la tranquilidad de uno vale mucho más. Ustedes nos están quitando el derecho a la vida digna que nosotros tenemos, nos la están quitando. Eso es dejarlo a uno en la ruina, cómo nos van a decir: 'Le doy ciento cuarenta millones por ese predio, vaya consiga en otra parte que por allá está más barato'. ¿Dónde íbamos a conseguir un predio igual a Las Juntas? Si le piden a uno cincuenta millones por hectárea, no nos alcanza a nosotros ni para tres hectáreas.

Para nosotros no hay valor económico que pueda suplir lo que sentimos por el predio Las Juntas. Para nosotros no tiene precio, para mí no tiene precio, la tierra de uno no tiene precio donde uno se ha criado, lo que nos ha dado de comer.

Nunca nos comentaron para qué necesitaban el predio de Las Juntas. Por ahí escuche que la empresa estaba quitando más tierras de las que van a inundar y no son cualquier tipo de tierras son de la mejores para producción agrícola. Emgesa ha comprado más de las 8.500 hectáreas que requería para la construcción de El Quimbo, y aquí en Colombia, como no tenemos justicia, todo lo que dice la empresa está bien, los entes lo creen.

La Jagua ha sido un referente de resistencia, un grupo de pobladores han dado la lucha para defender su territorio, desde un inicio nos organizamos junto con Asoquimbo, éramos bastantes los que nos movilizábamos. Gracias a estas acciones no nos habían desalojado, pues en el 2014 nos llamaron para hacer efectivo el primer intento de expropiación. La situación se fue agravando este último año.La empresa hizo dos intentos de desalojo: el primero en febrero y el segundo el 8 de abril, pero gracias a los compañeros se pudieron detener. Hasta aquel 26 de mayo la empresa, aprovechando que todos estábamos en Neiva, hizo efectivo el proceso de expropiación, nos tocó meter las vacas en la casa y ahora no sabemos qué va a pasar. La situación ha sido difícil para nosotros, a Emgesa no le importa nada; obtuvo lo que quería. Para mí la resistencia ha sido un compromiso con la vida, proteger lo que mi dios nos ha dado.

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